BANCO CENTRAL DE COSTA RICA
(Nota de Sinalevi:
El Banco central de Costa Rica aprobó el Programa
Macroeconómico 2021-2022, y publicado en el Alcance Digital N° 28 a La Gaceta
N° 27 del 9 de febrero del 2021)
(Nota de Sinalevi:
Sobre este tema el Banco Central de Costa Rica había emitido anteriormente el Programa
Macroeconómico 2019-2020, y publicado en el Alcance Digital N° 43 a La
Gaceta N° 39 del 25 de febrero del 2019)
JUNTA DIRECTIVA
La Junta
Directiva del Banco Central de Costa Rica, en el artículo 12, del acta de la
sesión 5914-2020, celebrada el 29 de enero de 2020, aprobar el Programa
Macroeconómico 2019-2020, en los siguientes términos, de conformidad con lo
establecido en el literal b), artículo 14, de la Ley Orgánica del Banco
Central de Costa Rica, Ley 7558, y de conformidad con el texto que
se copia de inmediato.
PROGRAMA MACROECONÓMICO 2020-2021
Presentación
En nombre de la
Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, tengo el agrado de presentar
el Programa Macroeconómico 2020-2021, preparado por los equipos técnicos del
Banco Central y discutido y aprobado por la Junta Directiva.
La programación
macroeconómica es un ejercicio mediante el cual el Banco Central elabora un
diagnóstico sobre la situación internacional y nacional, prepara sus
proyecciones macroeconómicas con base en la mejor información disponible,
evalúa su meta de inflación, y plantea los lineamientos de política monetaria
que ha de seguir para el cumplimiento de esa meta. En el Programa
Macroeconómico, por tanto, el Banco Central analiza la realidad macroeconómica
y toma una posición de política monetaria. De esta forma, el Programa
Macroeconómico no busca hacer un análisis exhaustivo de todas las políticas y
medidas que el Banco Central ha adoptado o prevé adoptar en relación con otras
funciones que la ley le asigna, como la promoción de la estabilidad y
eficiencia del sistema financiero o la profundización del sistema de pagos. Su
enfoque es en la coyuntura, en las proyecciones macroeconómicas, y en la
política monetaria.
El 2019 fue un
año de transición. La actividad económica en Costa Rica había venido perdiendo
dinamismo desde mediados del 2016. Un factor determinante en este proceso de
desaceleración fue el rumbo insostenible de las finanzas públicas, que presionó
al alza las tasas de interés y generó incertidumbre, con lo que desplazó la
inversión privada y el consumo. La situación se tornó crítica en el 2018,
particularmente a partir de la segunda mitad de ese año, en que el Gobierno
enfrentó serias dificultades de liquidez. Con la aprobación de la reforma
fiscal (Ley 9635) en diciembre del 2018 se restableció la calma en los mercados
financieros y cambiario, pero la incertidumbre sobre la sostenibilidad fiscal
dio lugar a un nuevo tipo de inquietud, esta vez sobre la incidencia de la
reforma y el impacto que tendría en los hogares, empresas e industrias. Al
igual que la anterior, esa nueva forma de incertidumbre afectó la confianza de
consumidores y empresarios. Una vez que se fueron asimilando las nuevas
disposiciones fiscales, la actividad económica empezó a repuntar.
En resumen, en el
2019 la coyuntura macroeconómica en Costa Rica mostró dos fases distintas. En
los primeros cinco meses del año, la actividad económica mostró una marcada
desaceleración, que la llevó a alcanzar una tasa interanual de 1,3%. A partir
de ese momento; sin embargo, inició un proceso de recuperación económica, que se
ha extendido a prácticamente todos los sectores de actividad, con excepción de
la construcción.
Por su parte, en
el 2019 la inflación se mantuvo baja, fluctuando dentro o por debajo del rango
meta establecido por el BCCR (de 2% a 4%). En julio y agosto este indicador
mostró un incremento asociado a la entrada en vigencia, en julio, del impuesto
al valor agregado (IVA). Sin embargo, este aumento fue limitado y de corta
duración, pues a partir de setiembre la inflación mostró una clara tendencia a
la baja, hasta ubicarse al término del año en 1,5%.
La trayectoria de
la inflación en el 2019 puso de manifiesto la persistencia de presiones
desinflacionarias en la economía costarricense, como resultado de: i) una
brecha de producto negativa (es decir, que el nivel de producción se encuentra
por debajo de su potencial, por lo que existe capacidad ociosa en la economía);
ii) una tasa de desempleo alta, superior a la tasa de largo plazo en que se
estabilizaría la inflación; y iii) un crecimiento del crédito al sector privado
en colones inferior al crecimiento nominal de la economía, pese a la
recuperación que ha mostrado en meses recientes. Además de estas fuerzas
desinflacionarias internas, la caída en algunos precios internacionales de
materias primas y la apreciación del colón contribuyeron también a una menor
inflación importada.
En forma
coherente con el comportamiento de la inflación, las expectativas de inflación
a 12 meses continuaron en el punto medio del rango meta. Esto refleja una
arraigada confianza por parte de los agentes económicos en relación con el
compromiso del Banco Central de mantener una inflación baja y estable.
Por otra parte,
el contexto externo ha estado caracterizado por un menor ritmo de crecimiento
de la economía mundial, inflación baja y un relajamiento de las condiciones
monetarias en algunas economías avanzadas y emergentes.
Estas
circunstancias (presiones desinflacionarias a nivel local, expectativas de
inflación ancladas y el contexto externo) ampliaron el espacio para una
política monetaria contracíclica en Costa Rica. Esto es, para una política
monetaria orientada a estimular las condiciones crediticias y la reactivación
económica (con fundamento en lo establecido en el artículo 2 de la Ley Orgánica
del Banco Central), sin poner en riesgo su objetivo primario de mantener una
inflación baja y estable.
En línea con lo
anterior, en el 2019 el BCCR redujo la Tasa de Política Monetaria (TPM) en
siete ocasiones, para un acumulado de 250 puntos básicos (p.b.), con lo cual al
término del año se ubicó en 2,75%. Además, a partir de junio, disminuyó la tasa
de encaje mínimo legal y de reserva de liquidez para operaciones en moneda
nacional, de 15% a 12%.
Para el bienio
2020-2021, las proyecciones macroeconómicas señalan que el repunte de la actividad
económica continuaría, en un contexto de déficit externo moderado y de un
proceso gradual de fortalecimiento de las finanzas públicas, al amparo del
estricto cumplimiento de la Ley 9635. Este proceso, se prevé, será acompañado
de flujos de financiamiento externo y doméstico contratados bajo condiciones
financieras más favorables que las ofrecidas por el mercado local en el 2019.
Además, los
modelos de pronóstico del Banco Central proyectan que en el bienio 2020-2021 la
inflación general y el promedio de los indicadores de la subyacente se
mantendrán contenidos en el rango meta, aunque por debajo de su valor medio
(3%). Esto confirma que existe espacio y justificación para continuar con el
ciclo de relajamiento de la política monetaria. Con base en ello, en el acto de
aprobación de este Programa Macroeconómico la Junta Directiva del Banco Central
acordó reducir la TPM en 50 p.b., para ubicarla en 2,25%.
En los dos años
que siguen, la política monetaria del Banco Central continuará dirigida a
mantener una inflación baja y estable y a apoyar la reactivación económica.
Hasta ahora, y aunque el rezago con que la política monetaria impacta la
actividad económica y la inflación tiende a ser de más de un año, la
transmisión de las medidas de relajamiento de la política monetaria del Banco
Central a las tasas de interés de mercado ha sido muy limitada. Buena parte de
los recursos de la reducción en el encaje mínimo legal están depositados en el
Mercado Integrado de Liquidez.
En procura de
fortalecer la efectividad de la política monetaria, el Banco Central está
tomando un conjunto de medidas tendientes a mejorar el funcionamiento de los
mercados de negociación en los que participa, el flujo de información a los
mercados y el proceso de formación de expectativas por parte de los agentes
económicos. Como parte de esas acciones, se está introduciendo un corredor
asimétrico alrededor de la TPM, que además busca, como medida contracíclica
adicional, aumentar el costo de oportunidad de tener los recursos depositados
en esos instrumentos.
Para fortalecer
la comunicación y la formación de expectativas, a partir de este año el Banco
Central publicará de manera anticipada el calendario de las reuniones de Junta
Directiva en las que decidirá el nivel de su Tasa de Política Monetaria.
Además, reorganizamos las publicaciones del Banco Central para que, en los
trimestres que no hay Programa Macroeconómico, se publique un Informe de
Política Monetaria, que remplazaría al actual Informe de Inflación. Ello
permitirá ofrecer al público, en forma trimestral, un análisis exhaustivo de la
coyuntura económica y de la política monetaria.
La Junta
Directiva confirmó, en el acto de aprobación de este Programa Macroeconómico,
su compromiso firme con mantener la inflación baja y estable, y decidió también
mantener la meta de inflación en 3% ± 1 punto porcentual. Este año el Banco
Central se va a abocar a explorar, en discusiones internas y en consultas con
académicos y el público en general, la conveniencia de revisar esa meta.
Claro está que,
para que el repunte en la actividad económica se consolide y se manifieste en
una reducción en el desempleo, no basta con el relajamiento de la política
monetaria. Es necesario que las medidas tomadas por el Banco Central sean
traducidas por los intermediarios financieros, en forma más clara de lo que se
ha observado hasta ahora, en mejores condiciones crediticias, de manera que se
logre estimular la demanda de crédito, que es una de las correas de transmisión
de la política monetaria. Es también necesario que los agentes económicos
aprovechen esas mejores condiciones, e impulsen así el consumo y la inversión.
Más allá de la política monetaria, y para seguir robusteciendo la confianza, en
particular sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas, se requiere la
implementación estricta de la reforma fiscal. Finalmente, se necesitan reformas
estructurales de calado profundo, que promuevan la productividad y reduzcan el
costo de hacer negocios en el país (el costo de la energía, del factor trabajo,
de la regulación) que fortalezcan la competencia, la educación y la
infraestructura de transporte y de telecomunicaciones, y que mejoren la
eficiencia del sector público.

1. La
economía, en síntesis: el 2019 y perspectivas
Luego de la
difícil situación que experimentó la economía costarricense en el segundo
semestre de 2018 debido, principalmente, a la incertidumbre generada por el deterioro
de las finanzas públicas, en el 2019 mejoraron las condiciones macroeconómicas,
especialmente en el segundo semestre.
En el 2019, la
coyuntura internacional tuvo una incidencia mixta sobre la economía
costarricense. Por un lado, el debilitamiento de la actividad económica mundial
y, particularmente, de nuestros principales socios comerciales, contuvo la
demanda externa del país, en especial la de bienes. Por otra parte, la baja en
las tasas de interés y la desaceleración de los precios de las materias primas,
propiciadas por esa desaceleración, disminuyeron la presión sobre las tasas de
interés locales e impactaron favorablemente los términos de intercambio.
Además, la recuperación de los precios de algunos de los principales productos
agrícolas de exportación también favoreció la mejora en los términos de
intercambio.
Uno de los
aspectos que más influyó en la desaceleración de la economía internacional fue
el agravamiento de las tensiones comerciales entre Estados Unidos de América
(EUA) y China, debido a su impacto negativo sobre el comercio mundial y sobre
la confianza y las expectativas de los agentes económicos. Al respecto, el
Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que en 2019 el comercio mundial de
bienes y servicios creció menos que el año previo (1,0% y 3,7%,
respectivamente), y que la economía mundial se desaceleró desde un 3,6% en 2018
hasta 2,9% en 2019.
En el contexto
interno, la aprobación de la reforma fiscal (Ley 9635), en diciembre de 2018,
llevó en el 2019 a una paulatina recuperación en la confianza de los agentes
económicos sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas. Esa mayor
confianza se ha reflejado especialmente en los mercados financieros, con una
reducción significativa de las tasas de interés de títulos del Gobierno y un
fortalecimiento del colón, pero en meses recientes ha empezado a manifestarse
en mejoras en las expectativas de los consumidores y empresarios, por lo cual
es de esperar que gradualmente se refleje en el consumo y la inversión.
En línea con lo
anterior, a partir de abril del 2019 las tasas de interés de los títulos de
deuda del Gobierno Central mostraron una reducción sistemática de poco más de
300 puntos base (p.b.) para los diferentes plazos, tanto en moneda nacional
como extranjera, lo cual llevó a
una disminución en el costo medio de su
deuda interna.
Además, las
medidas aprobadas tendientes a restablecer la sostenibilidad fiscal y la mayor
confianza hicieron posible que en noviembre pasado el Gobierno colocara, de
manera exitosa, bonos por USD 1.500 millones en el mercado internacional
y recibiera un crédito de apoyo presupuestario del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) por USD 350 millones. La reforma fiscal también
permitió un aumento sostenido en la recaudación tributaria durante el 2019, que
hasta noviembre se reflejó en una reducción de 0,1 puntos porcentuales (p.p.)
en el déficit primario respecto al año anterior. En diciembre, sin embargo, se
atendieron compromisos presupuestarios (esencialmente gastos de capital) que
elevaron este déficit primario de 2,3% en 2018 a 2,8% del Producto Interno
Bruto (PIB) en 2019. Así, el gasto de capital aumentó de 1,4% del PIB en 2018 a
2,0% en 2019. Este aumento en el gasto de capital estuvo concentrado a finales
del año y no quedó reflejado en ejecución de obra pública de ese período.
Dado lo anterior,
el déficit financiero del Gobierno alcanzó 7,0% del PIB a diciembre del 2019,
superior en 1,2 p.p. al registrado el año anterior. Además del mayor gasto de
capital, en este resultado incidió la mayor carga por intereses de la deuda
pública.
Las cifras para
el 2019 muestran una desaceleración económica con respecto al año previo: el
crecimiento del PIB para el 2019 se estima en 2,1%, inferior en 0,1 p.p. a la
variación prevista en la revisión del Programa Macroeconómico de julio pasado e
inferior al crecimiento de 2,7% estimado para 2018. La desaceleración en el
2019 estuvo determinada por el menor crecimiento de la demanda interna,
principalmente por el efecto sobre el consumo de los hogares e inversión privada
de expectativas en terreno negativo (aunque con una ligera mejora en el último
trimestre del año), y porque, contrario a lo inicialmente esperado, la
inversión pública se redujo en relación con el 2018, sobre todo en proyectos de
agua potable, saneamiento e infraestructura vial y eléctrica.
No obstante, en
línea con la mayor confianza generada por la aprobación de la Ley de
Fortalecimiento de las Finanzas Públicas (Ley 9635), en el segundo semestre de
2019 la actividad económica del país repuntó. En este resultado incidió el
sostenido dinamismo de la actividad económica en regímenes especiales (zonas
francas y perfeccionamiento activo), la mejora en la producción agrícola, la
estabilización en los flujos de comercio con la región centroamericana y el efecto
base de la huelga de empleados del sector público en el 2018.
La mejora
observada en la actividad económica en el segundo semestre del 2019 todavía no
se ha manifestado en el empleo. A lo largo del 2019 el mercado laboral
evidenció un deterioro en comparación con el año anterior. Los indicadores de
desempleo abierto y ampliado, subempleo y empleo informal mostraron valores
superiores a los registrados en el 2018. De igual forma, la tasa de presión
general, que incluye a quienes están empleados pero buscando cambiar de
trabajo, mantuvo un comportamiento creciente.
Por otra parte,
las cifras preliminares registran una reducción en el déficit de cuenta
corriente desde 3,3% del PIB en 2018 a 2,5% en 2019, asociada en particular al
dinamismo de las exportaciones y, en línea con la desaceleración de la demanda
interna, la menor demanda de importaciones. Los flujos de ahorro externo, tanto
públicos como privados, fueron más que suficientes para financiar esta brecha y
permitir un aumento en las reservas internacionales netas del país, de 12,4%
del PIB en 2018 a 14,5% al cierre del 2019.
En un entorno de
menor incertidumbre económica y de ingreso de capitales externos, el tipo de
cambio del dólar estadounidense disminuyó 6,0% en el 2019. Sin embargo, su
comportamiento fue diferente entre semestres: mientras en el primer semestre
hubo una clara tendencia a la baja, en el segundo hubo movimientos tanto al
alza como a la baja. Claro está que la reducción en el primer semestre siguió
al fuerte incremento del segundo semestre del 2018. Así, el tipo de cambio
nominal del dólar de EUA estaba a fines de 2019 en un nivel muy similar al que
mostraba a fines del 2017 o a mediados del 2018.
Por su parte, los
agregados monetarios y crediticios registraron en el 2019 tasas de crecimiento
menores en comparación con el año previo, con un repunte en la segunda mitad
del año. Este comportamiento es conforme con la mejora observada en la
actividad económica en meses recientes.
El repunte del
crédito también se apoya en las acciones de política aplicadas por el Banco
Central para incentivar la reactivación económica. En efecto, en el 2019 el
BCCR redujo la TPM en siete ocasiones, para un acumulado de 250 p.b., con lo
cual al término del año se ubicó en 2,75%. Además, a partir de junio, disminuyó
la tasa de encaje mínimo legal y de la reserva de liquidez para las operaciones
en moneda nacional, de 15% a 12%.
Estas acciones,
conjuntamente con la menor presión ejercida por el Gobierno sobre el mercado
financiero local, propiciaron una leve tendencia a la baja en las tasas de
interés del sistema financiero nacional, tanto las activas como las pasivas,
especialmente en el segundo semestre.
En su conjunto,
las condiciones económicas descritas contribuyeron a que en el 2019 la
inflación, en la mayor parte del año, se mantuviera contenida en el rango meta
del BCCR (de 2% a 4%) y las expectativas de inflación continuaran ancladas al
punto medio de ese rango, incluso después de la entrada en vigencia del IVA
(que incidió en un aumento de corta duración sobre la inflación).
Para el bienio
que ahora inicia, el Banco Central proyecta una continua y gradual recuperación
económica, con una tasa de crecimiento del PIB real de 2,5% en el 2020 y 3,0%
en el 2021. La tasa de crecimiento proyectada continuaría por debajo del
crecimiento potencial estimado para la economía costarricense (alrededor de
3,5% para el largo plazo), por lo cual la brecha del producto permanecerá
negativa (esto es, el nivel efectivo de la producción será inferior a su
potencial), lo que a su vez implica que se mantiene capacidad ociosa.
Las proyecciones
del Banco Central, basadas en su modelo macroeconómico, indican que en el
bienio 2020-2021 la inflación general y la subyacente se mantendrían dentro del
rango meta, aunque por debajo de su valor medio (3,0%).
Consecuente con
el moderado dinamismo de la actividad económica, se estima un déficit en cuenta
corriente de la balanza de pagos de 2,2% del PIB anual en este bienio. Este
déficit sería más que financiado por el influjo de inversión directa. El saldo
de las reservas internacionales netas (RIN) se prevé en 13,2% del PIB al cierre
del 2020 y 13,0% un año después (14,5% en 2019). Estos valores proveen
suficiente blindaje financiero a la economía costarricense.
En cuanto a las
finanzas públicas, con la vigencia plena de las reformas tributarias (que solo
cobraron efecto en la segunda mitad del 2019) y de la regla fiscal (que se
implementa por primera vez en el 2020), se proyecta una caída en el déficit
primario del Gobierno Central para el 2020 y 2021 (a 1,3% y 0,8% del PIB, en
ese orden, en comparación con 2,8% en el 2019). El déficit financiero del
Gobierno Central también disminuiría, para ubicarse en 5,9% del PIB en 2020 y
en 5,7% en 2021. La menor reducción en el déficit financiero en comparación con
la del resultado primario refleja, una vez más, un aumento en la carga por
intereses.
Estos resultados
suponen el efecto de las medidas fiscales y, en particular, de la aplicación
estricta de la regla fiscal contemplada en la Ley 9635, y también suponen el
ingreso de recursos por créditos multilaterales para apoyo presupuestario por
un total de USD 2.280 millones en este bienio. Cabe indicar que, para el
horizonte de proyección del presente ejercicio, no se contempla una colocación
adicional de bonos de Gobierno en plazas internacionales1.
1 Para ilustrar
los efectos de esa colocación, se presenta un escenario alternativo en el
Recuadro 3.
Dado el peso del
servicio de la deuda y la gradualidad de la reforma fiscal, en los próximos
años la razón de deuda del Gobierno Central a PIB mantendrá su tendencia
creciente hasta alcanzar un máximo en el 2022. Los requerimientos brutos de
financiamiento del Gobierno continuarán altos también por varios años.
Asimismo, se prevé que la carga por intereses disminuya gradualmente en el
mediano plazo, conforme los rendimientos de la reforma fiscal sigan
manifestándose en menores déficits y tasas de interés marginal. En esta
transición, el acceso al mercado externo permitiría reducir la presión sobre el
costo de la deuda para los sectores público y privado, mejorar la estructura y
la gestión financiera de la deuda pública, fortalecer la estabilidad
macroeconómica y promover el crecimiento económico y el empleo.
Por otra parte,
se proyecta que el ahorro financiero nacional aumente a una tasa media anual en
torno a 7,6% en el bienio 2020-2021, valor consecuente con el nivel de
actividad económica previsto, la meta de inflación y el proceso gradual de
profundización financiera que ha caracterizado al país. Asimismo, se prevé un
crecimiento del crédito al sector privado en torno a 5,0% en el 2020 y 7,0% en
el 2021.
Estas
proyecciones incorporan la mejor información disponible a enero de 2020. No obstante,
existen riesgos provenientes del contexto internacional e interno que, de
materializarse, las podrían desviar. Entre los primeros destacan un crecimiento
de la economía mundial menor al proyectado actualmente por los organismos
internacionales, choques en los precios internacionales de materias primas y
una intensificación en el corto plazo del conflicto político en Nicaragua
(aunque este riesgo parece haberse reducido).
Por su parte,
entre los riesgos locales sobresalen un déficit fiscal mayor al previsto, un
deterioro de los niveles de confianza de consumidores y empresarios en la
economía, choques de oferta no anticipados, relacionados especialmente con
condiciones climáticas adversas, así como un menor grado de ejecución de obra
pública.
En general, el
balance de riesgos para el crecimiento presenta un sesgo al alza y para la
inflación un sesgo a la baja.
2. Situación
macroeconómica en el 2019
2.1.
Economía internacional
El 2019 estuvo
caracterizado por un aumento en las tensiones comerciales internacionales,
particularmente entre Estados Unidos (EUA) y China. La materialización de este
riesgo impactó negativamente el crecimiento económico de muchas economías
avanzadas y emergentes, lo que llevó a los principales organismos
internacionales a revisar a la baja, en varias oportunidades, las perspectivas
de la economía mundial.
El menor
dinamismo de la demanda agregada mundial se reflejó en la reducción en los
precios internacionales de las materias primas, en especial, del crudo, y ambos
factores (baja demanda y menores precios de materias primas) explican en buena
medida que la inflación se haya mantenido por debajo de la meta de algunos
bancos centrales.
En este contexto,
algunas economías avanzadas y emergentes flexibilizaron en el segundo semestre
las condiciones monetarias, luego de un periodo de pausa en su política
monetaria.
El debilitamiento
del crecimiento de la actividad económica mundial, de 3,6% en el 2018 a 2,9% un
año después, contuvo la demanda externa de Costa Rica, en especial de bienes.
Esa tasa de crecimiento, la más baja desde la crisis financiera mundial de 2008
según el FMI (Gráfico 1), estuvo influida por la agudización de las tensiones
comerciales entre EUA y China, la incertidumbre asociada a la salida del Reino
Unido de la Unión Europea (brexit) y el enfriamiento de la economía
alemana. Por un lado, las medidas arancelarias afectaron directamente el
comercio mundial y, por otro, la incertidumbre originada en las tensiones
comerciales y el brexit influyeron sobre el consumo y, especialmente,
sobre la inversión.


El FMI estima que
el volumen de comercio mundial de bienes y servicios creció 1,0% en el 2019,
una franca desaceleración con respecto a los años previos (tasa media de 3,6%
en el lapso 2015-2018). Particularmente, el crecimiento medio ponderado para
los principales socios comerciales del país2 disminuyó de 2,4% en el
2018 a 2,0% un año después.
2 Estimación
para una muestra de 15 países que comprenden el 85% de las exportaciones de
bienes costarricenses a noviembre de 2019.
La menor demanda
mundial, conjuntamente con menores perspectivas de crecimiento económico y el
aumento en la producción de crudo en EUA, llevaron a una baja en los precios
internacionales del petróleo, a pesar de la decisión de la Organización de
Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de sus socios de continuar con el
recorte en la producción hasta marzo del 2020. Así, el precio promedio del
crudo West Texas Intermediate (WTI) registró una disminución de 12,0% en el
2019, en relación con el precio promedio del 2018. Es preciso señalar, sin
embargo, que si bien fue menor al del 2018, el precio promedio del petróleo fue
mucho más alto durante el 2019 que lo proyectado por los organismos
internacionales a inicios del año 2019 (que a su vez fue utilizado como insumo
para el Programa Macroeconómico 2019-2020).
Consecuente con
la caída en el precio del crudo, la cotización del cóctel de hidrocarburos que
importa el país bajó 8,7% en el año y la factura petrolera, se estima, fue 1,8%
menor a lo pagado un año atrás.
Dado el peso
relativo de los hidrocarburos, estos determinaron la evolución del índice de
precios de materias primas del país, que en promedio bajó 4,9% en el año3
(Gráfico 2), toda vez que el precio de los granos básicos mostró una variación
media de -0,8% y los metales aumentaron 22,6%4.
3 A inicios de
enero del 2020 los precios del petróleo reaccionaron al alza ante las tensiones
en Medio Oriente. Sin embargo, posteriormente retornaron a los niveles
registrados a finales de año.
4 Por la importancia
relativa del hierro en las importaciones costarricenses, su precio determinó el
comportamiento de este subgrupo, toda vez que el precio de los otros metales
bajó. El repunte en el precio del hierro reflejó problemas de suministro ante
los accidentes en las minas brasileñas y los ciclones en Australia, países que
concentran el 80% de la producción mundial.
La caída en el
índice de precios de las materias primas importadas aunada a la recuperación en
los precios de algunos productos costarricenses de exportación, como el café y
la piña, llevaron a una mejora en los términos de intercambio del país (razón
de los precios de las exportaciones a los precios de las importaciones). Los
términos de intercambio mostraron variaciones positivas a lo largo del 2019, y
la mejora en promedio fue de 1,0% en el año (Gráfico 3).






Nota: Corresponde al promedio ponderado por
importaciones (ponderación móvil) del período 2008-2018.
Fuente: Bloomberg y Banco Central de Costa
Rica.
El menor
dinamismo de la actividad económica mundial y la disminución en el precio de
las materias primas contribuyeron a que, en buena parte de las economías
avanzadas y emergentes, la inflación se mantuviera cerca o por debajo de la
meta5.
5De acuerdo con
el FMI, en el 2019 la inflación promedio fue de 1,4% en las economías avanzadas
y de 5,1% en las economías emergentes, comparado con 2,0% y 4,8% en el 2018,
respectivamente.
Específicamente,
la inflación interanual promedio de los principales socios comerciales de Costa
Rica en el 2019 fue 2,2%6, inferior al 2,6% registrado en el 2018,
pero superior a la tasa media de inflación en Costa Rica (2,1%) (Gráfico 4).
Esta variable permite evaluar el impacto de la inflación importada sobre la
economía local, y su evolución en el mediano plazo es utilizada para determinar
la meta de inflación.
6 Información
hasta noviembre 2019. Ponderado por los flujos de importación (promedio móvil).
Con una inflación
contenida y un ritmo de actividad económica desacelerado, algunas economías
avanzadas y emergentes flexibilizaron las condiciones monetarias en el segundo
semestre del 20197 (Gráfico 4), lo cual disminuyó la presión sobre
las tasas de interés internacionales y, con ello sobre las tasas de interés
locales.
7 Desde inicios
de 2019 el tono de la política monetaria se tornó más cauteloso ante la
moderación del crecimiento mundial (ver Informe de Inflación de junio de
2019).
Por su parte, si
bien los mercados financieros internacionales reflejaron mayor incertidumbre
con el aumento en los tensiones comerciales entre EUA y China a partir de mayo
de 2019, eventos recientes como el acuerdo parcial entre esos países, firmado
el 15 de enero de 2020, y la reducción en la probabilidad percibida de un brexit
abrupto y caótico, han contribuido a moderar esa volatilidad (Gráfico 5).


1/ Valores inferiores a 20 se asocian con
períodos de relativa calma o estabilidad, entre 20 y 30 con volatilidad
moderada y superiores a 30 con alta volatilidad.
Fuente: Bloomberg y base de datos del Banco
de la Reserva de San Luis (FRED).
La presión a la
baja sobre las tasas de interés internacionales y la recuperación de los lujos de capital hacia economías emergentes
(ante una política monetaria laxa en economías avanzadas) favorecieron la
apreciación temporal de las monedas en países latinoamericanos como Brasil,
Chile, Colombia y México, aunque el resultado acumulado del 2019 muestra una
depreciación en la mayoría de estos países, debido a condiciones internas.

La producción,
medida con el PIB en volumen, creció 2,1% en el 2019, 0,6 p.p. menos con
respecto al año previo (Gráfico 6). La desaceleración respondió al menor
crecimiento de la demanda interna y al debilitamiento de la demanda externa,
ante la pérdida de dinamismo de la actividad económica mundial (Gráfico 7).

El comportamiento
de la demanda interna, a su vez, reflejó: a) el efecto sobre el consumo de los
hogares y la inversión privada de expectativas de consumidores y empresarios en
terreno negativo (aunque con una ligera mejora en el último trimestre del año);
b) la elevada tasa de desempleo; y c) la menor ejecución de inversión pública,
sobre todo en proyectos de agua potable y saneamiento y de infraestructura vial
y hospitalaria (ver cuadro A1 del Anexo).


Estos factores
formaron parte de los riesgos identificados para las proyecciones del Programa
Macroeconómico 2019-2020 de enero de 2019 y de su revisión en julio.
La estimación del
PIB en volumen para el 2019 fue inferior en 0,1 p.p. en relación con lo
previsto en julio pasado (2,2%). Esta discrepancia, analizada por el lado del
gasto, se explica por la demanda interna, toda vez que la inversión pública
ajustó a la baja en 0,3 p.p., efecto que fue parcialmente compensado por el
mayor aporte del consumo del gobierno y de los inventarios, ambos con 0,1 p.p.
En el caso de la demanda externa neta, el menor aporte de las exportaciones fue
compensado por una desaceleración en las importaciones.
De estos desvíos
amerita comentar lo relativo a la inversión y al gasto público. En la menor
ejecución de obra pública influyó la reducción en el gasto en proyectos de agua
y saneamiento, infraestructura vial (particularmente para la construcción de la
ruta 32) y hospitalaria. En este último caso, no iniciaron proyectos que
estaban programados, como la construcción del hospital de Turrialba, del área
de salud de Naranjo, ni tampoco la remodelación del edificio de la Caja
Costarricense del Seguro Social destinado a oficinas centrales. Para el año
2019 como un todo, la subejecución de obra pública en relación con lo
proyectado en el Programa Macroeconómico de enero de 2019 redundó en un aporte
negativo al crecimiento económico de 0,8 p.p. Es decir, esa subejecución
explica casi tres cuartas partes del desvío en el crecimiento del PIB de 2019
en relación con la proyección de crecimiento formulada en enero del 2019
(3,2%).
Por su parte, el
mayor gasto del Gobierno (4,9% contra 3,9% previsto en julio) obedeció a la
contratación de personal en salud (especialistas en ciencias médicas y para la
operación de nueva infraestructura hospitalaria) y en educación. No obstante,
el rubro de servicios de administración pública (distintos de educación y
salud) puso de manifiesto los esfuerzos de contención del gasto. Así, una vez
excluido el impacto de la huelga que afectó la provisión de algunos servicios
públicos en los últimos meses del 2018, el gasto del Gobierno creció en volumen
2,2%, inferior a lo registrado en los años previos (Gráfico 8).

Por actividad
económica, con la salvedad de los servicios, el resto de actividades perdió dinamismo,
e incluso algunas mostraron tasas negativas de variación (Gráfico 9). En
efecto, la actividad económica fue liderada por los servicios, que aportaron
2,4 p.p. al crecimiento económico en el 2019. Esto es consecuente con el cambio
en la estructura productiva del país hacia un mayor peso del sector servicios.

*/ Incluye las actividades de minas y
canteras, electricidad y agua, alojamiento, servicios de comida, administración
pública, actividades artísticas y de entretenimiento y hogares como
empleadores.
Fuente: Banco Central de Costa Rica.
Cuando se analiza
el comportamiento de la producción en 2019 por semestres, se observa un patrón
disímil. Mientras en la primera parte del año se mantuvo la tendencia a la
desaceleración de los dos años previos, el segundo semestre dio signos de
recuperación, con un crecimiento de 2,5%, superior en 0,9 p.p. al del semestre
previo (Gráfico 6).
Esta evolución se
explica por una dinámica diferente en la producción de empresas amparadas a
regímenes especiales y de aquellas ubicadas en el régimen definitivo8.
En efecto, por un lado la producción de las empresas amparadas a regímenes
especiales mantuvo el dinamismo a lo largo del año, con una tasa media de 10,8%
(en buena medida determinada por aquellas dedicadas a la manufactura de
dispositivos médicos y a servicios de apoyo a empresas e informática).
8 La diferencia
se debe fundamentalmente a que las empresas en regímenes especiales destinan su
producción mayormente al mercado externo y están vinculadas a cadenas globales
de valor. En este sentido su desempeño económico se explica principalmente por
factores exógenos a la economía doméstica. Por otra parte, las empresas del
régimen definitivo sí son afectadas por condiciones internas. Mayor detalle en
el Recuadro 2 "Asimetrías entre las empresas de los regímenes especiales y
las del régimen definitivo" del Informe de Inflación, Diciembre de 2019.
Por otro, las
empresas del régimen definitivo, cuya producción representa el 90% del PIB,
explican la desaceleración económica en la primera mitad del año9
así como su posterior recuperación en el segundo semestre.
9 De acuerdo con
el Índice Mensual de Actividad Económica de noviembre pasado la desaceleración
en el crecimiento de la producción del régimen definitivo se estima tocó un
mínimo en mayo de 2019.
El escaso
dinamismo en el régimen definitivo en los últimos años y en el primer semestre
del 2019 obedeció a factores internos: la pérdida de confianza por la delicada
situación fiscal (antes de la reforma fiscal) y la incertidumbre sobre la
incidencia de la reforma (una vez aprobada ésta), que limitó el consumo y la
inversión, y el alto nivel de endeudamiento de los hogares, que frenó el
consumo. También, influyeron los choques sub-regionales (en particular, la
recesión en Nicaragua y su impacto sobre las exportaciones a Centroamérica) o
idiosincráticos (el impacto del fenómeno climático El Niño y la caída en los
precios de algunos bienes agrícolas de exportación).
En contraste, la
producción de las empresas del régimen definitivo repuntó en el segundo
semestre del año10, lo que impulsó la recuperación económica ya
comentada, pues estas actividades conforman la mayor parte de la producción
interna.
10 Los
indicadores mensuales ubican el crecimiento medio interanual de la producción
de estas empresas en 1,2% en el segundo semestre (hasta noviembre) contra 0,2%
en la primera mitad del 2019.
En cuanto al
mercado laboral, la tasa de desempleo continuó alta a lo largo del 2019. Por
sus profundas implicaciones socioeconómicas, el desempleo es uno de los
problemas de mayor relevancia de la economía costarricense. La alta tasa de
desempleo actual refleja tanto un componente cíclico (que responde a la coyuntura
de desaceleración económica y bajo crecimiento) como uno estructural.
Como lo ha
manifestado el BCCR en varios documentos (recientemente en el Capítulo 3 del
Informe de Inflación de diciembre último), una causa del elevado desempleo
estructural en la última década es el dualismo de la estructura productiva.
Esto es, la bifurcación de la producción en actividades dinámicas relacionadas
con las exportaciones de bienes y servicios, especialmente de zona franca, y
otras orientadas a la economía interna que se han estancado y en las que las
condiciones laborales (empleo y salarios reales) han empeorado, especialmente a
partir del 2018, con la pérdida de dinamismo de la actividad económica.
Según la Encuesta
Continua de Empleo, en el tercer trimestre de 2019 los distintos indicadores
del mercado laboral mostraron un deterioro. En particular, la tasa de desempleo
abierto11 alcanzó 11,4% y la tasa de desempleo ampliado12
13,2%, en ese orden, 1,2 p.p. y 0,3 p.p. superiores a las registradas un año
atrás. También aumentaron el subempleo y la subutilización de la mano de obra
(Gráfico 10 y Cuadro A.2 del anexo). De igual forma, la tasa de presión
general, que incluye a quienes están empleados pero buscando cambiar de
trabajo, mantuvo un comportamiento creciente.
11 Desocupados/Fuerza
de trabajo.
12 Al desempleo abierto le adiciona aquella población fuera de la fuerza
de trabajo disponible pero desalentada.
Si bien en el
2019 la cantidad de ocupados creció en 3,4%, el incremento en la tasa neta de
participación laboral (las personas que se sumaron a la fuerza laboral) fue
superior a la creación de nuevos empleos. Es decir, aunque en el 2019 la
economía nacional fue capaz de generar nuevas oportunidades laborales, éstas no
fueron suficientes para absorber a todos los que se sumaron a la fuerza de
trabajo (entre quienes destacaron las mujeres y los jóvenes). De ahí que se
produjera un deterioro en las condiciones del mercado laboral con respecto al
año anterior.


En resumen, si
bien en el segundo semestre de 2019 hay señales de recuperación económica,
todavía su tasa de variación es inferior al crecimiento potencial estimado para
la economía costarricense de 3,5% para el largo plazo13. Eso
significa que la brecha del producto14 se mantiene en terreno
negativo y se amplía (es decir, persiste la holgura en la capacidad de producción).
Además, la tasa de desempleo está por encima de la tasa que no aceleraría la
inflación (Recuadro 1). Estas brechas de producto y de empleo son fuerzas
desinflacionarias, pues tienden a empujar los precios a la baja.
13 El cálculo
del crecimiento del PIB potencial se basa en una estimación econométrica de una
función de producción para el periodo 2010- 2019.
14 La brecha del
producto es la diferencia entre el nivel del producto interno bruto efectivo y
el potencial, expresada como porcentaje del producto potencial.
Recuadro 1.
Tasa de desempleo que no acelera la inflación (TDNI)
El concepto de
tasa de desempleo que no acelera la inflación1, en adelante TDNI (o
NAIRU, por sus siglas en inglés), reconoce que en el corto plazo la tasa de
desempleo puede ser un determinante de la inflación. Las presiones de demanda
pueden conducir la inflación y el desempleo en direcciones opuestas (Ball y
Mankiw, 2002). Cuando la tasa de desempleo efectiva es baja, la escasez del
factor trabajo hace que se pujen los salarios al alza, con lo que existirán
presiones inflacionarias. Por el contrario, cuando el desempleo es alto, los
trabajadores pierden poder de negociación, los salarios tienden a estancarse o
a caer en términos reales, y eso ejerce una presión a la baja en la inflación.
De lo anterior se colige que deberá existir una tasa de desempleo para la cual
la inflación se mantendrá constante2: esa es la TDNI.
1 Basado en,
Álvarez y Muñoz (2019). Estimaciones de la tasa de desempleo que no acelera la
inflación para Costa Rica. Documento de Trabajo N° 05-2019, Departamento de
Investigación Económica, BCCR.
La TDNI fue introducida en la teoría económica por Modigliani y
Papademos (1975). En inglés es conocida como NAIRU (Non Accelerating Inflation
Rate of Unemployment).
2 La TDNI no se
debe confundir con la tasa de desempleo natural, concepto que se relaciona con
el equilibrio en el mercado de trabajo, que a su vez depende de los factores
microeconómicos que determinan la estructura de ese mercado así como con las
decisiones de las empresas y los hogares que afectan la oferta y demanda de
trabajo.
La diferencia
entre la tasa de desempleo observada y la TDNI se conoce como brecha de
desempleo, indicador que complementa a la brecha del producto y que, como ésta,
brinda información acerca de las presiones de demanda que se puedan estar
generando en la economía. Como tal, constituye un insumo para la toma de
decisiones de política monetaria.
Además, la teoría
monetaria dominante supone que, en el corto plazo, cuando la actividad
económica se desvíe de su nivel potencial y el desempleo se desvíe de la TDNI
(brechas de producto y de empleo), la política monetaria puede contribuir a
estabilizar el producto y el empleo.
Por supuesto, es
reconocido que en el largo plazo esa relación entre desempleo e inflación se
rompe, puesto que la inflación en el largo plazo no obedece a factores
cíclicos, sino que es un fenómeno monetario, mientras que la tasa de desempleo
y el crecimiento económico están dados por factores estructurales. Así, en el
largo plazo, la política monetaria no tiene capacidad para impulsar el
crecimiento ni reducir el desempleo sin provocar una tasa de inflación
progresivamente mayor.
Aunque en la
literatura se ofrecen diferentes nociones de TDNI en función del horizonte
temporal (Boone et al., 2001), la definición que ha prevalecido para efectos de
estimación es la de mediano plazo, que consiste en el nivel al que la tasa de
desempleo converge cuando la inflación ha completado su proceso de ajuste ante
choques previos.
Dado que la TDNI
no es una variable observable, debe ser estimada con base en algún método
econométrico. Para el caso costarricense, Álvarez y Muñoz (2019) estiman la
TDNI, a partir de diversas metodologías, y con información para el periodo 1991
a 2017.
El filtro de
Kalman3 es uno de los métodos más utilizados en la literatura para
aproximar una TDNI. El sistema de ecuaciones estimado es el siguiente:
3 Algoritmo
matemático utilizado para estimar sistemas dinámicos en representación
estado-espacio. Una de sus ventajas es que permite obtener estimaciones e
inferencias acerca del estado de variables no observables.
Donde,

La ecuación (1)
es la Curva de Phillips, que establece que la inflación es una función de la
brecha de desempleo; y la ecuación (2) muestra el proceso generador de la
variable no observable, en este caso la TDNI. Como se puede apreciar en el
Gráfico 1.1, la estimación resultante varía suavemente en el tiempo, y se
presenta con un intervalo de confianza que corresponde a ± una desviación
estándar.

Entre 2010 y 2019
la TDNI en Costa Rica se ha ubicado en un rango entre 6,8% y 9,0% (de acuerdo
con el intervalo de confianza de la estimación econométrica). Como se puede
observar en la gráfica, desde el 2010 la tasa de desempleo (según la Encuesta
Continua de Empleo, ECE) ha tendido a estar estadísticamente por encima de la
TDNI, y a partir de 2014 lo hace en forma persistente. Por lo tanto, se ha
presentado una brecha de desempleo positiva, lo que indica la existencia de
presiones a la baja en la inflación.

El resultado de
la balanza de pagos la balanza de pagos durante durante el 2019 estuvo
determinado por el menor crecimiento económico en Costa Rica y el deterioro en
la confianza de los agentes. En el campo internacional, influyeron la
desaceleración de la economía y el comercio mundiales, como consecuencia de los
persistentes conflictos comerciales y geopolíticos que impactaron directamente
el comercio, la inversión y la demanda de bienes de capital15.
15 Perspectivas de la economía mundial, FMI, octubre 2019.



Para el 2019 se
estima un déficit de cuenta corriente equivalente a 2,5% del PIB, poco menos de
un punto porcentual inferior al registrado en el 2018 y a la media del
quinquenio previo (Gráfico 11 y Cuadro A3 del anexo). Los flujos de ahorro
externo, tanto públicos como privados, fueron más que suficientes para
financiar esta brecha y permitir una acumulación de activos de reserva por el
equivalente a 2,3 p.p. del PIB.
En particular, la
mejora en el resultado de bienes (de -8,7% en 2018 a -7,6% del PIB) fue
producto de la caída en las importaciones (2,6%) y el aumento en las ventas
externas (1,2%)16. Esta menor brecha fue determinante en la mejora
de la cuenta corriente.
16 En esta
sección las tasas de variación se refieren al valor nominal (que es función del
volumen y el precio), expresado en dólares de los EUA, mientras que en la
sección 3.2.1, sobre producción nacional, las variaciones en exportaciones e
importaciones se refieren al volumen.
La caída en las
importaciones se debe a la pérdida de dinamismo de la actividad económica local.
En especial, se redujeron las importaciones del régimen definitivo (sin
hidrocarburos)17, contracción que conforme avanzó el año tendió a
ser menor, de manera consecuente con el repunte económico en el segundo
semestre (Gráfico 12). La factura de hidrocarburos, por su parte, cayó 1,8% en
el año, producto del menor precio por barril (- 8,7%), cuyo efecto fue
parcialmente compensado por el aumento en la cantidad de barriles importada
(7,5%). Por su parte, las importaciones de los regímenes especiales aumentaron
19,9%18, lo que es coherente con la vigorosa evolución de la
producción de estas empresas, particularmente en el segundo cuatrimestre del
año.
17 Las
importaciones del régimen definitivo representan un 79,5% de las importaciones
totales (69,8% del total, al excluir los hidrocarburos).
18 Este
crecimiento superó lo observado en los tres años previos (9,2%, en promedio).
El crecimiento en
las exportaciones de bienes fue impulsado por los regímenes especiales, cuyo
valor subió 7,3% y compensó la caída de 4,4% en las ventas del régimen
definitivo. La evolución de las ventas externas del régimen definitivo
respondió a la menor demanda externa (desaceleración en el crecimiento de los
socios comerciales), pero fue compensada parcialmente por mejores condiciones
climáticas y de precios de productos como la piña y el café19.
19 La sección
2.2.1analiza las causas del disímil desempeño económico de los regímenes
especiales y el definitivo.
Durante la
segunda parte del 2019, sin embargo, se observó una menor caída de las
exportaciones y de las compras externas de bienes del régimen definitivo,
evolución acorde con los signos de mejora observados en la actividad económica
local conforme avanzó el año.
Como ha sido
característico desde el 2015, el superávit de la cuenta de servicios más que
financió el déficit de la cuenta de bienes (1,3 veces en 2019). Este
comportamiento refleja el cambio en la estructura productiva y exportadora del
país, en un marco de inserción creciente en los mercados internacionales y de aprovechamiento
de las cadenas globales de valor. En neto, el superávit de servicios fue
equivalente a 10,1% del PIB20, razón relativamente estable a lo
largo de los últimos quince años.
20 La
exportación de servicios creció 5,1% y destacó el buen desempeño de los viajes
y de los servicios de apoyo empresarial y actividades
El déficit en la
cuenta del ingreso primario ha ido en incremento (5,8% del PIB en el 2019),
congruente con el uso creciente de ahorro externo, en la forma de inversión directa
y de endeudamiento, tanto público como privado. Esta brecha fue superior al
resultado positivo de la cuenta de bienes y servicios y del ingreso secundario
y, por lo tanto constituye el principal determinante del déficit de cuenta
corriente.
En el 2019 los
flujos financieros netos hacia la economía costarricense aumentaron 0,8 p.p. en
términos del PIB, y fueron destinados en buena medida al sector privado no
financiero, pues aquellos canalizados al sector público fueron similares a los
del año previo21, en tanto que los entes financieros privados
redujeron el endeudamiento neto con el resto del mundo.
21 De los flujos
hacia el sector público destacaron los recibidos por el Gobierno Central en el último
trimestre del año, por la colocación de títulos en plazas internacionales (USD 1.500 millones) y el crédito de
apoyo presupuestario del Banco Interamericano de Desarrollo BID (USD 350 millones). Estos movimientos
fueron parcialmente compensados por las amortizaciones realizadas por el BCCR
al préstamo del Fondo Latinoamericano de Reservas (por un monto acumulado de USD 375 millones en el 2019) y por el
aumento de los activos externos netos de la banca pública (USD 960 millones).
El ingreso neto
de recursos para el sector privado no financiero estuvo concentrado en el
segundo semestre del año.
En efecto, los
flujos del sector privado no financiero registraron un ingreso neto de 4,3% con
respecto al PIB, superior al 2,1% observado en 2018. La inversión directa
explicó el 95% de este financiamiento, flujo canalizado principalmente al
régimen de zonas francas, y excedió en 1,7 veces el déficit de la cuenta
corriente de la balanza de pagos.
En este contexto,
el flujo de inversión directa en términos del PIB se ubicó en 4,1%, razón
inferior a la observada en el quinquenio previo. Este comportamiento es
congruente con la desaceleración económica mundial y la reducción de estos
flujos tanto a nivel mundial como hacia economías "en desarrollo" (Infografía
1).
Infografía 1.
Flujos de inversión directa
Proporción del
PIB

Otro componente
de los flujos al sector privado no financiero es el de la repatriación de
capitales. Con estadísticas preliminares, se infiere que la repatriación de
capital explicó, en buena medida, el mayor superávit observado en el mercado de
cambios en ese lapso22.
22 Según datos
preliminares del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en
inglés), a setiembre de 2019 hubo una disminución en el acervo de moneda y
depósitos del sector privado no financiero en el exterior de cerca de USD 240 millones.
Así, al término
del 2019, el balance de transacciones reales y financieras llevó a un aumento
de los activos de reserva de USD 1.393 millones, por lo que su saldo al
término del 2019 alcanzó USD 8.937,1 millones. Ese acervo representó
14,5% del PIB y permitiría atender 7,8 meses de importaciones de mercancías
generales del régimen definitivo, 2,9 veces el saldo
de la deuda externa de corto plazo, 1,9
veces la base monetaria y el 23% de la liquidez del sistema financiero. Esta
posición de reservas ofrece un adecuado blindaje de la economía ante choques
externos.
2.2.3 Finanzas
públicas
El comportamiento
de los ingresos y gastos del Gobierno Central durante el 2019 reflejó el
impacto de las medidas contempladas en la Ley 9635. En particular, la
recaudación tributaria mejoró y el gasto primario corriente se contuvo (como
porcentaje del PIB). No obstante, el aumento en gastos de capital y la atención
de compromisos con Japdeva y Juntas de Educación empujaron al alza el déficit
primario con respecto al 2018 y a lo previsto en julio del 2019. Este
resultado, aunado a la mayor carga de intereses, ya prevista, ubicó el déficit
financiero en 7,0% del PIB (5,8% en 2018).
Pese a lo
anterior, el mayor acceso a financiamiento externo y la estrategia de
colocación de deuda interna redujeron las presiones sobre el nivel de tasas de
interés. El costo marginal y medio de la deuda interna bonificada del Gobierno
Central bajó más de 300 p.b.
Datos
preliminares sobre los ingresos y gastos del sector público global reducido23
(SPGR), acumulados a diciembre de 2019, mostraron un déficit financiero de 5,6%
del PIB, superior en 0,9 p.p. al del año anterior. Este desbalance estuvo
influenciado, especialmente, por el mayor déficit del Gobierno Central (Gráfico
13)
23 Incluye al
Gobierno Central, BCCR y una muestra de seis instituciones del sector público, a
saber, CCSS, ICE, CNP, RECOPE, JPS e ICAA.

Las finanzas del
Gobierno Central durante el 2019 empezaron a reflejar el efecto de las medidas
de ajuste fiscal contempladas en la Ley 9635, en especial la mejora en la
recaudación tributaria. No obstante, la atención en diciembre de compromisos
presupuestarios con Japdeva y Juntas de Educación y el incremento de
transferencias de capital al Conavi ubicaron el déficit primario del Gobierno
Central (diferencia entre ingresos y gastos excluido el pago de intereses) en
2,8% del PIB (2,3% en 2018). Estos gastos explican la desviación en relación
con el déficit primario para el 2019 proyectado en julio (Revisión del Programa
Macroeconómico 2019-2020), de 2,1% del PIB. Lo anterior, aunado al mayor gasto
por intereses, llevó el déficit financiero a 7,0% del PIB, 1,2 p.p. por encima
de lo observado el año previo.
Los ingresos
estuvieron determinados por la aceleración en la recaudación del impuesto sobre
la renta y ventas internas, mientras los ingresos por aduanas mostraron una
mayor caída24
(Gráfico 14).
24 Particularmente,
la recaudación en aduanas por el impuesto de ventas (IVA a partir de julio de
2019) cayó 4,5% y el del selectivo de consumo -7,2%.


La recuperación
de los ingresos totales puso de manifiesto el efecto de la amnistía tributaria,
la aplicación del IVA, la transferencia del 25% de las utilidades del Instituto
Nacional de Seguros (según el artículo 52 de la Ley 8653) y la recuperación de
los recursos que el Ministerio de Hacienda facilitó en el proceso de absorción
del Banco Crédito Agrícola de Cartago por parte del Banco de Costa Rica. En
términos del PIB, los ingresos totales representaron 14,8% (14,2% un año
atrás), y en particular los ingresos tributarios alcanzaron el equivalente a
13,5% del PIB, desde 13,1% en el 2018 (Gráfico 15). La mayor parte de ese
aumento provino de la amnistía tributaria, que contribuyó 0,38% del PIB en el
201925.
25 La amnistía
tributaria comprendió el período del 4 de diciembre de 2018 al 4 de marzo de
2019. Si bien en los siguientes tres meses aplicó de manera parcial a los que
manifestaran interés en acogerse a esta amnistía, la mayor parte de estos
ingresos se concentró en el primer trimestre de 2019.
Los gastos
totales, por su parte, crecieron 12,7% en el año, y en términos del PIB
alcanzaron 21,7% (20% un año atrás). Dos elementos fueron determinantes en este
comportamiento: por un lado, el aumento de las transferencias corrientes26
(particularmente para gasto social) y de capital27 y, por otro, el
mayor gasto por intereses como consecuencia de la dinámica de la deuda. En
contraste, destacó el menor crecimiento de las remuneraciones, asociado al
efecto de las medidas administrativas adoptadas por el Ministerio de Hacienda a
mediados de 2018 y de las disposiciones sobre remuneraciones de la Ley 9635.
26 El flujo de
recursos trasladados por el Gobierno se incrementó con respecto al 2018 en 0,4
p.p. del PIB. En este aumento destacaron los giros al Fondo Especial para la
Educación Superior Pública (FEES), al régimen no contributivo de la CCSS, la
seguridad social y pensiones, y al Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones
Familiares.
27 En este rubro
se incluyen fondos destinados al Consejo Nacional de Vialidad, Juntas de
Educación y Gobiernos locales, y son recursos destinados al desarrollo de
infraestructura (inversión pública, compra de terrenos, edificios y
transferencias a instituciones para obras públicas).


Tanto las
finanzas del Banco Central como de la muestra de entidades públicas registraron
una mejora en el 2019. En el caso del Banco Central, su déficit alcanzó 0,3%
del PIB (0,4% el año previo). En ese comportamiento incidió el aumento en los
ingresos por activos externos (efecto combinado de mayor tasa y saldo de
activos) y la reducción de las tasas de interés en el mercado local. Por su
parte, según información preliminar, la muestra de entidades públicas generó un
superávit equivalente a 1,7% del PIB (1,3% el año previo).
Consecuente con
el creciente déficit fiscal, el saldo de la deuda del sector público global y
del Gobierno Central alcanzó en diciembre de 2019 un 73,9% y 58,5% del PIB,
respectivamente (comparado con 69,1% y 53,2% en 2018).
Pese a lo
anterior es importante destacar que, con la aprobación de la Ley 9635, mejoró
la confianza de los ahorrantes sobre la capacidad del Gobierno Central para
atender sus obligaciones. Además, en el segundo semestre del año, el Gobierno
contó con acceso al financiamiento externo por USD 1.850 millones
(crédito del BID y la colocación de títulos de deuda externa) (Gráfico 16).
La mayor confianza
de los inversionistas se manifestó, especialmente a partir del segundo
trimestre del 2019, en menores tasas de interés, entre 300 y 400 p.b. para
todos los plazos, tanto en moneda nacional como extranjera (Gráfico 17). A la
reducción de tasas de interés domésticas también contribuyó el acceso al
financiamiento externo, que redujo la presión sobre el mercado interno.






La inflación
general, medida por la variación interanual del Índice de Precios al Consumidor
(IPC), en la mayor parte del 2019 estuvo dentro del rango meta (2,0% a 4%)
establecido por la Junta Directiva del Banco Central, aunque por debajo de su
valor central (Gráfico 18). Sin embargo, choques de oferta externos (precios de
materias primas) e internos contribuyeron a que en el primer trimestre y en los
dos últimos meses de 2019 la inflación se ubicara por debajo de ese rango, y
alcanzara 1,5% en diciembre.

Más allá de los
choques de oferta, el comportamiento de la inflación ha estado también influido
por presiones a la baja provenientes de algunos de los principales
determinantes macroeconómicos de la inflación (agregados monetarios y
crediticios, brecha del producto). En particular, los agregados monetarios y el
crédito al sector privado mantuvieron tasas interanuales de variación menores a
las observadas un año antes e incluso, en algunos casos, por debajo del
crecimiento nominal del producto. Además, la brecha del producto se mantuvo
negativa (nivel de producción por debajo del potencial estimado para la
economía costarricense) y se expandió, y la tasa de desempleo fue superior a
aquella de largo plazo en que se estabilizaría la inflación. Estos factores
añaden presiones desinflacionarias. Por su parte, las expectativas de inflación
(otro determinante de la inflación) tendieron a la baja. Así, la mediana de las
expectativas a 12 meses se ubicó en 3,0% en los últimos meses (3,5% en
diciembre de 2018).
La corrección a
la baja de las expectativas de inflación (ancladas al punto medio del rango
meta) sugiere un voto de confianza al compromiso firme del Banco Central de
mantener una inflación baja y estable. En este anclaje influyó el
restablecimiento de la confianza y la calma en los mercados financieros y
cambiarios internos luego de la aprobación de la Ley 9635 en diciembre de 2018,
pero también la comunicación del objetivo primario de la política monetaria por
parte del Banco Central. El recuadro 2 presenta una metodología de extracción
de expectativas de inflación a partir de la negociación de títulos de deuda
pública, que reafirma su anclaje.
La entrada en
vigencia del IVA a partir de julio llevó, según lo previsto, a una aceleración
de la inflación general y subyacente. En el Programa Macroeconómico 2019-2020
de enero del 2019, el Banco Central estimó el impacto de la introducción del
IVA sobre la inflación general en alrededor de 0,7 p.p. en su primer año de
vigencia28. Sin embargo, contrario a lo esperado, ese impacto se
concentró en julio y agosto; 0,8 p.p. de la inflación interanual de agosto
(2,9%) se explicó por el IVA. Contrario a lo esperado, en los meses siguientes
la inflación volvió a la baja.
28 Para mayor
detalle ver, el documento del Programa Macroeconómico 2019-2020, Recuadro 2.
"Efecto de la introducción del Impuesto al Valor Agregado sobre el Índice de
precios al consumidor".
Al igual que la
inflación general, la subyacente29 se mantuvo por debajo del punto
medio del rango meta, y si bien aumentó en julio y agosto por el IVA, tendió a
desacelerarse en el último trimestre hasta situarse en 1,9% en diciembre (fuera
del rango meta). La evolución de la inflación general y subyacente confirma la
presencia de fuerzas desinflacionarias.
29 Este indicador
busca identificar las tendencias inflacionarias de mediano plazo y refleja las
presiones de demanda agregada sobre los precios, sobre las cuales la política
monetaria puede actuar. En su construcción, se atenúa o aísla la influencia de
factores estacionales y climáticos. Se aproxima por el promedio simple de la
variación interanual de los indicadores de exclusión fija por volatilidad
(IEV), media truncada (IMT), reponderación por volatilidad (IRV), reponderación
por persistencia (IRP) y exclusión fija de agrícolas y combustibles (IEF).
Cabe indicar que
la brecha entre la inflación subyacente y general observada en el último
cuatrimestre del año está asociada con la caída en los precios de los
combustibles para vehículo y la desaceleración en los de bienes de origen
agrícola, ambos incluidos en la canasta del IPC y que se excluyen en algunos de
los indicadores de inflación subyacente.
Recuadro 2.
Anclaje de las expectativas de inflación de mercado
La efectividad de
un sistema de metas de inflación depende, en gran medida, de la credibilidad
que la autoridad monetaria tenga ante los agentes económicos. Un banco central
que goce de credibilidad tiene más espacio para ejecutar una política
monetaria, con mayor efectividad. En particular, la mayor credibilidad le
permite adoptar medidas contracíclicas que contribuyan a estabilizar la
producción a lo largo del ciclo económico sin que se impacte negativamente el
cumplimiento del objetivo central de estabilidad de precios.
Un indicador
esencial para evaluar la credibilidad de un banco central es el de las
expectativas de inflación. Éstas, a su vez, se pueden medir de varias formas.
En Costa Rica se dispone de una encuesta mensual de expectativas de inflación
en la que se consulta a empresarios, analistas bursátiles, académicos y
consultores la variación de los precios que esperan para los próximos 12 meses.
Esas expectativas de inflación a horizontes de corto plazo tienden a ser
susceptibles a situaciones coyunturales de la economía nacional y mundial, así
como a movimientos transitorios en los precios de bienes que tienen una alta
ponderación dentro de la canasta del Índice de Precios al Consumidor.
Como una medida
alternativa, Segura-Rodríguez (2019)1 extrae expectativas de inflación
para varios horizontes a partir de la información sobre los rendimientos
nominales de bonos de deuda del Ministerio de Hacienda y del Banco Central de
Costa Rica negociados en los mercados primario y secundario. Para ello, adopta
la metodología introducida por Gimeno y Marqués (2012)2. Esta
metodología permite estimar expectativas a plazos desde los 12 a los 60 meses3.
1
Segura-Rodríguez, C. (2019). Expectativas de inflación en el mercado de deuda
soberana costarricense: ¿están ancladas? Documento de Trabajo N° 07-2019,
Departamento de Investigación Económica, BCCR.
2 Gimeno, R. y
Marqués, J. (2012). A market based approach to inflation expectations, risk
premia and real interest rates. The Spanish Review of Financial Economics,
10(1), 18-29.
3 Los resultados
para las expectativas de mercado a 12, 24, 36 y 60 meses se publicarán
oportunamente en el sitio de Indicadores Económicos.
Esta nueva medida
de expectativas de inflación es oportuna, ya que puede ser actualizada durante
los primeros días luego de concluido el mes. Además, es confiable, pues se
infiere de las decisiones de los agentes económicos, que podrían experimentar
pérdidas si cometen errores en sus estimaciones de inflación futura
incorporadas en la negociación de los títulos. Existen, por tanto, incentivos
para que esas expectativas sean precisas.


El Gráfico 2.1
presenta la expectativa de inflación a 12 meses del mercado junto con el valor
promedio de la expectativa de la encuesta. Las expectativas de mercado se
ubicaron durante la mayor parte del período por debajo de las expectativas de
inflación de la encuesta y han tendido a coincidir durante los últimos años.
Esta nueva medición de expectativas de corto plazo provee información que es
útil para la toma de decisiones de política monetaria.
Sin embargo, para
analizar si las expectativas se encuentran "ancladas" es necesario contar con
mediciones de largo plazo. Se dice que las expectativas se encuentran ancladas
cuando las expectativas de largo plazo tienden a mantenerse constantes
alrededor de un valor que se conoce como ancla, es decir, cuando no están
sujetas a los movimientos recientes de inflación ni a factores coyunturales que
sí se manifiestan en las expectativas de corto plazo.

De acuerdo con
las estimaciones presentadas en el Gráfico 2.2, las expectativas de inflación
anual a 60 meses (largo plazo) se redujeron gradualmente desde un 4% hasta un
2% de 2009 a 2013 y desde entonces han oscilado entre un 2% y un 3%. Estos
valores son coherentes con el anuncio realizado desde el 2013 en los Programas
Macroeconómicos de que el objetivo de largo plazo del BCCR es que la inflación
costarricense se encuentre cercana a la inflación de largo plazo de sus socios
comerciales (estimada en ese entonces en 3%).
Para evaluar si
las expectativas se encuentran ancladas, se utiliza el procedimiento propuesto
por Demertzis, Marcelllino y Viegi (2008)4. Se parte de estimar un
modelo de vectores
autorregresivos (VAR) para las expectativas
de largo plazo y la inflación con la siguiente especificación:
4 Demertzis, M.,
Marcellino, M., y Viegi, N. (2008). A measure for credibility: tracking US
monetary developments. DNB working paper N° 187/2008. (https://www.dnb.nl/en/binaries/Working%20Paper%20187-2008_tcm47-204147.pdf)

El modelo permite
desagregar la definición de anclaje en una serie de hipótesis estadísticas
independientes; si alguna de estas se rechaza, existe evidencia de que las
expectativas no se encuentran ancladas. Estas hipótesis son:
H1: la
expectativa de inflación no es afectada por los rezagos de la inflación: b1 = 0;
H2: la
expectativa de inflación es en promedio igual a una constante: b1 = 0 y b2 = 0;
H3: la inflación
observada no es afectada por los rezagos de la expectativa de inflación: C2 = 0; y
H4: no hay
transmisión contemporánea entre los componentes idiosincráticos de la inflación
y los de la expectativa de inflación: ó12 = 05.
5 Las hipótesis
H1-H3 son evaluadas utilizando una prueba de Wald con estadístico chi cuadrado,
mientras que para la hipótesis H4 se utiliza la transformada de Fischer con
estadístico t de Student.

Los resultados
del Cuadro 2.1 permiten concluir que a partir de 2016 las expectativas de
inflación de largo plazo se encuentran
ancladas.
Los resultados
apuntan a que el valor del ancla para las expectativas es cercano a 2,5%. Si
bien este valor es inferior al punto medio del actual rango meta del BCCR, es
similar a la inflación que los principales socios comerciales han exhibido
durante los años recientes6.
6 La estimación
del valor al que se han anclado las expectativas utiliza el mismo modelo VAR
que se mencionó anteriormente (Segura- Rodríguez, 2019).

Las condiciones
macroeconómicas, tanto internas como externas, generaron el espacio para que en
el 2019 el Banco Central iniciara un ciclo de política monetaria contracíclica.
Esto es, una política monetaria orientada a estimular las condiciones
crediticias y la reactivación económica (con fundamento en lo establecido en el
artículo 2 de la Ley Orgánica del Banco Central), sin poner en riesgo (y, más
bien, en procura de apuntalar) su objetivo primario de mantener una inflación
baja y estable.
En cuanto a las
condiciones internas, como se indicó en la sección previa, la persistencia de
fuerzas desinflacionarias (alta tasa de desempleo, brecha del producto
negativa, bajas tasas de crecimiento del crédito al sector privado y el anclaje
de las expectativas inflacionarias al punto medio del rango meta),
conjuntamente con la ocurrencia de choques de oferta externos e internos,
ubicaron la inflación durante la mayor parte del año en la parte inferior del
rango meta, e incluso propiciaron que en algunos meses estuviera por debajo de
ese rango.
Por su parte, el
contexto externo se caracterizó por un menor ritmo de crecimiento de la
economía mundial, inflación baja y un relajamiento de las condiciones
monetarias en algunas economías avanzadas y emergentes.
Además, con base
en la proyección de los determinantes de la inflación, los pronósticos del
Banco Central la ubicaron dentro del rango meta para el horizonte de análisis
(24 meses adelante).
En este contexto,
a partir de fines de marzo del 2019 el Banco Central redujo la TPM en siete
ocasiones, para un acumulado de 250 p.b. Al finalizar el año, la TPM se ubicó
en 2,75%. Además, a partir de junio, redujo el requisito de encaje mínimo legal
y de reserva de liquidez para operaciones en moneda nacional, de 15% a 12%.
Esta última medida buscó, en primer lugar, aumentar la disponibilidad de
recursos prestables y reducir el costo de la captación en colones para
estimular el crédito al sector privado y, en segundo lugar, promover la
desdolarización financiera30.
30 Para mayor
detalle sobre este tema, ver "Recuadro 6. ¿Por qué el BCCR considera
conveniente reducir la dolarización financiera en Costa Rica?" del Informe
de Inflación, diciembre 2019.
El primer
objetivo de la medida no se ha materializado hasta ahora: el saldo promedio de
los depósitos en instrumentos del Banco Central en el Mercado Integrado de
Liquidez (MIL) pasó de ¢77.131 millones en los primeros cinco meses del 2019 a
¢332.031 millones en los siete meses restantes. Ello sugiere que los fondos
liberados por la reducción en la tasa de encaje (alrededor de ¢300 mil
millones) no han sido canalizados al crédito por los intermediarios financieros
sino que se mantienen, mayoritariamente, en el Banco Central.
Las medidas de
relajamiento de la política monetaria, aunadas a la menor presión ejercida por
el Gobierno en el mercado financiero local, contribuyeron a que las tasas de
interés del sistema financiero nacional, tanto las activas como las pasivas,
disminuyeran, especialmente en el segundo semestre. Sin embargo, este ajuste ha
sido lento y limitado, en parte por el rezago con que actúa típicamente la
política monetaria.
Si se toma como
referencia el valor medio de las tasas de interés al término de diciembre del
2019 con respecto a igual fecha del 2018, las tasas activas disminuyeron 150
p.b. y las pasivas 78 p.b. La reducción en la Tasa Básica Pasiva (TBP) fue de
25 p.b. en el 201931 (Gráfico 19).
31 Este
indicador aumentó temporalmente en el mes de junio del 2019, debido al impacto
que tuvo el aumento del impuesto sobre la renta de los títulos valores (de 8% a
15%, según la Ley 9635) sobre el plazo de las captaciones de los intermediarios
financieros.
De igual modo,
las tasas de interés en moneda extranjera disminuyeron en el 2019, aunque en
menor grado que las tasas en moneda nacional, influidas por la baja en las
tasas de interés en el mercado internacional y por la menor presión que ejerció
el Gobierno en el mercado doméstico en dólares.

2.2.6. Mercado cambiario
La mayor
disponibilidad de moneda extranjera en el 2019 se reflejó en una reducción en el
tipo de cambio de 6,0%, que implicó regresar aproximadamente a los niveles
observados antes de las tensiones cambiarias de la segunda mitad del 2018. Este
comportamiento respondió tanto a factores internos como a condiciones del
entorno internacional, particularmente la baja en las tasas internacionales de
interés.
En el 2019 los
movimientos en el mercado cambiario respondieron a factores estacionales y
coyunturales, pero sin eventos de tensión. Su evolución puso de manifiesto la
mejora en la confianza de los agentes económicos en los mercados financieros,
una vez que se aprobó la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, pues
ello contribuyó a estabilizar las expectativas de variación cambiaria. Además,
influyó la menor demanda de divisas para el pago de importaciones, propiciada
por la desaceleración de la actividad económica.
El superávit de
las operaciones de los intermediarios cambiarios con el público alcanzó USD 2.158,1
millones en el 2019 (concentrado en la segunda parte del año y, particularmente
en el último bimestre), cifra que supera con creces no solo el resultado
de 2018 sino también el promedio del lapso 2015-2018 (Gráfico 20).

La mayor
disponibilidad de moneda extranjera se reflejó en una tendencia a la baja en el
tipo de cambio en Monex32 (Gráfico 21). Al término del año, dicho
indicador registró una variación acumulada de -6,0%. Sin embargo, como muestra
claramente el gráfico, este comportamiento refleja una reversión del tipo de
cambio a los niveles observados antes de la fuerte depreciación entre setiembre
y noviembre del 2018. Así pues, si se compara el tipo de cambio al cierre del
2019 con el del cierre del 2017 o el de fines de junio del 2018, más bien se
observa una ligera depreciación del colón.
32 En promedio, el coeficiente de variación del tipo de cambio de Monex
disminuyó de 2,77 en el 2018 a 2,48 en el 2019.
En línea con eso,
naturalmente la mayor parte de ese retorno del tipo de cambio a sus niveles
anteriores ocurrió en el primer semestre (-4,74%), mientras que en el segundo
semestre hubo movimientos al alza y a la baja, para una variación acumulada de
-1,28% en ese lapso.

El análisis es
similar para el índice del tipo de cambio efectivo real (ITCER), que relaciona
el promedio ponderado del nivel de precios de los socios comerciales con los
precios en Costa Rica, ajustados por el tipo de cambio de nuestra moneda con la
de esos socios comerciales, usando como ponderador el peso de esos socios
comerciales en el comercio internacional de Costa Rica. El ITCER es, pues, una
medida aproximada de la competitivad internacional de los precios en Costa
Rica. Como se puede observar en el Gráfico 22, el ITCER se depreció fuertemente
en la última parte del 2018, y se apreció de nuevo en el 2019. Su nivel a
noviembre del 2019 era muy similar al observado en agosto del 2018 (antes del
episodio de depreciación ese año) y en diciembre del 2017.
Como muestra
también el Gráfico 22, los movimientos en el ITCER se han dado fundamentalmente
por las variaciones en el valor del colón en relación con las monedas de sus
socios comerciales (tipo de cambio efectivo nominal), y en menor medida por la
menor inflación de Costa Rica en comparación con la de sus socios comerciales.


El excedente del
mercado cambiario permitió al BCCR atender los requerimientos de divisas del
sector público no bancario (SPNB) y restituir parte de las divisas vendidas directamente
a estos entes. Además, las condiciones del mercado cambiario propiciaron en el
2019 una menor intervención del Banco Central por concepto de estabilización
cambiaria, en comparación con el año anterior (ventas por USD 75,9
millones en el 2019 contra USD 452,8 millones un año atrás).
Adicionalmente,
en noviembre del 2019 la Junta Directiva del Banco Central aprobó un programa
de compra de divisas por hasta USD 1.000 millones33. Conforme
a lo acordado, el programa tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre del 2020 y
será ejecutado en la oportunidad y magnitud que lo determinen las condiciones
del mercado. Entre su aprobación y fines de diciembre del 2019, el Banco
Central compró divisas al Gobierno por USD 550 millones como parte de
ese programa de acumulación de reservas.
33Artículo 7,
del acta de sesión 5905-2019, celebrada el 26 de noviembre de 2019.
La Junta estimó
conveniente comprar divisas para restituir la salida de recursos asociada al
pago anticipado del crédito con el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR),
que fue aprobado en esa misma sesión34, y que significaría un uso de
reservas internacionales por alrededor de USD 765 millones entre
diciembre de 2019 y enero de 2020. El programa de compra de divisas busca
fortalecer la posición de reservas internacionales.
34 El crédito
del FLAR, por USD 1.000
millones, ingresó el 9 de marzo de 2018. La decisión de cancelar
anticipadamente esta operación tomó en cuenta la viabilidad y conveniencia
financiera de la operación, en un contexto en que el saldo de RIN había
aumentado como consecuencia de los ingresos del Gobierno por la colocación de USD 1.500 millones en plazas
financieras internacionales y por el crédito otorgado por el Banco
Interamericano de Desarrollo (USD 350
millones).

El comportamiento
de los agregados monetarios fue diferente a lo largo del año (ver Cuadro A4 del
anexo). En el primer semestre, mostraron una desaceleración con respecto a igual
lapso del 2018, pero en el segundo se recuperaron, llegando incluso en
diciembre a superar las tasas de expansión observadas 12 meses atrás. Por su
parte, el crédito al sector privado mostró una desaceleración en el 2019
(Gráfico 23). Sin embargo, su tasa trimestral anualizada registra un repunte en
las operaciones en colones a partir de julio, y menores tasas de caída en las
colocaciones netas de crédito en moneda extranjera (Gráfico 24).
El comportamiento
de los agregados monetarios y crediticios guarda coherencia con la evolución de
la actividad económica, la cual empezó a recuperarse en la segunda parte del
año.
El análisis de
origen y aplicación de fondos de los intermediarios financieros para el año
2019 muestra que las fuentes de financiamiento en moneda nacional provinieron,
fundamentalmente, de la captación de recursos y del encaje mínimo legal,
recursos que fueron canalizados a financiar al sector privado y a instrumentos
financieros emitidos por el Banco Central (depósitos en el Mercado Integrado de
Liquidez y Bonos de Estabilización Monetaria) y el Ministerio de Hacienda.






Pese al repunte
del crédito en la segunda parte del año, su desaceleración en comparación con
el 2018 llevó a una caída de su relación con respecto al PIB. Al término del
2019, esa relación se ubicó por debajo de su tendencia de largo plazo (Gráfico
25), lo cual generó una brecha negativa de crédito, aunque ligeramente inferior
a la de un año antes.

En cuanto a la
composición de los agregados monetarios y crediticios por tipo de moneda, en el
2019 se observó una desdolarización del ahorro financiero a partir de junio y
se mantuvo el proceso de desdolarización registrado en el crédito al sector
privado desde mediados del 201635 (Gráfico 24).
35 La
participación del componente en moneda nacional en la liquidez total, la
riqueza financiera privada y la riqueza financiera total aumentó en el año
entre 1,5 y 1,9 p.p., y se ubicó en ese orden en 64,9%, 65,3% y 70,8%. En el
caso del crédito, la participación relativa de la moneda nacional aumentó de
61,1% en diciembre del 2018 a 62,4% un año después.
La
desdolarización del ahorro financiero se asocia con el aumento en el premio por
los depósitos en ahorro en moneda nacional a partir del segundo semestre. A su
vez, ese aumento en el premio por ahorrar en colones se explica por el descenso
del tipo de cambio y la disminución de las expectativas cambiarias a 12 meses
plazo, principalmente en octubre y noviembre, efectos que más que compensaron
la disminución de las tasas de interés pasivas en colones.
En el caso de la
desdolarización del crédito, influyó la reducción en el costo relativo por
endeudarse en moneda nacional, debida tanto a la disminución de las tasas de
interés activas en colones como al aumento de las tasas activas en dólares.
Otro factor que puede haber influido en la menor dolarización del crédito es el
aumento en la volatilidad del tipo de cambio a partir de la segunda mitad del
2018. El menor apetito por créditos en moneda extranjera es indicio de una
mejora en la internalización del riesgo cambiario por parte de los agentes
económicos, en particular por parte de aquellos deudores cuya principal fuente
de ingresos es en colones. Este es, precisamente, uno de los objetivos que
persigue el Banco Central al permitir una mayor flexibilidad cambiaria, y se
complementa con la tasa diferenciada por moneda sobre el encaje mínimo legal y
la reserva de liquidez, y con medidas prudenciales adoptadas por el Consejo
Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif).
3. Perspectivas
macroeconómicas 2020-2021
3.1.Economía
internacional
Para el bienio
2020-2021, los organismos financieros internacionales prevén un modesto repunte
en el crecimiento económico mundial, fundado en una recuperación de los flujos
de comercio e inversión. Además, estos organismos señalan que, para el
horizonte de proyección, continúan las bajas presiones inflacionarias y una
mayor disponibilidad de liquidez internacional.
Los organismos
financieros internacionales prevén una leve mejora de la actividad económica
mundial para el bienio 2020-2021, en la medida en que se recuperen los flujos
de comercio y de inversión. En este comportamiento influirían las menores tensiones
comerciales entre EUA y China. En particular, el FMI proyecta que la economía
mundial crecería 3,3% y 3,4%, respectivamente (Gráfico 26), comparado con 2,9%
en el 2019. Estas proyecciones reflejan revisiones a la baja de 0,1 p.p. y 0,2
p.p., respectivamente, en relación con lo previsto en octubre de 2019,
consecuencia del menor dinamismo esperado en algunas economías emergentes, en
especial de la India.
Este organismo
destaca como elementos positivos la menor incertidumbre de las relaciones
comerciales mundiales, en virtud de la firma de la Fase I del acuerdo comercial
entre EUA y China36, y una menor probabilidad de una salida
desordenada del Reino Unido de la Unión Europea (brexit).
36 Señala que
desde el cuarto trimestre de 2019 "la actitud de los mercados se ha visto
estimulada por indicios de que la actividad manufacturera y el comercio
internacional están llegando a un punto de inflexión".

Así, mientras se
espera una recuperación moderada de la economía mundial, para nuestros socios
comerciales (que son los que impactan directamente la actividad económica en
Costa Rica), las proyecciones son de un continuado crecimiento bajo.
Coherente con las
previsiones del FMI para la economía global, algunos indicadores adelantados de
actividad económica mundial empezaron a mostrar señales de repunte en el último
trimestre del 2019 (Gráfico 27).
Sin embargo, para
los principales socios comerciales del país las proyecciones se ubican en torno
al 2,0% en ambos años, similar al 2019 pero significativamente menor que lo
registrado en el quinquenio 2014-2018 (2,7%). Este comportamiento estaría
determinado, en buena medida, por la desaceleración en EUA, principal socio
comercial de Costa Rica, que a su vez se atribuye fundamentalmente a la
disipación de los efectos del estímulo fiscal aprobado a finales del 2017.
Además, el FMI
prevé que la inflación permanecería en torno a la meta en varias economías
avanzadas (mayoritariamente en 2,0%), en tanto que para las economías
emergentes y en desarrollo espera una inflación de 4,8% en 2020 y 4,5% en 2021.
Para los principales socios comerciales del país, la inflación promedio se
mantendría en 2,7% para el bienio de proyección.

En cuanto al
precio de los hidrocarburos, principal componente de las importaciones del
país, la programación macroeconómica del BCCR supone que el promedio anual del
precio de esta materia prima tendría un aumento en torno a 2,3% en el 2020 y
una reducción de 6,0% en el 2021. Este comportamiento considera la evolución de
los precios de contratos a futuro del WTI, que es el referente relevante para
la economía costarricense.
Con base en esto,
y la trayectoria prevista de los precios de otros bienes y servicios importados
y de los principales productos de exportación, se estima una ganancia en los
términos de intercambio de 1,0% en el 2020 y otra ganancia adicional de 1,3% un
año después (Gráfico 28). Este resultado impacta positiva y directamente el
ingreso disponible de hogares y empresas, por lo que explica parte de la
aceleración en el consumo y la inversión, como se comenta más adelante.
Por otra parte,
se prevé que la flexibilización de las condiciones monetarias adoptadas por los
bancos centrales de algunas economías avanzadas y emergentes a partir del
segundo semestre del 2019, y la baja inflación proyectada, resulten en menores
tasas internacionales de interés. En esa línea, el presente ejercicio macroeconómico
supone que la tasa Libor a 6 meses se ubicaría en 1,5% para 2020-2021, desde
1,9% en el 2019. Eso tendría efectos positivos sobre nuestra economía.

En resumen, para
el periodo 2020-2021 se prevé que la demanda externa por nuestras exportaciones
crecerá a tasas similares a las de 2019 (y consecuentemente mucho menores a las
observadas entre 2014 y 2018); que la inflación promedio en nuestros
principales socios comerciales también se mantenga relativamente moderada; que
los términos de intercambio mejoren levemente en este bienio, ante los menores
precios de las materias primas importadas y la recuperación de los precios de
algunos bienes de exportación costarricenses, principalmente manufacturados; y
que las condiciones financieras internacionales se tornen más favorables.
3.2. Economía
nacional
3.2.1 Producción
e ingreso disponible
Para el bienio
2020-2021 se prevé que continúe el proceso de recuperación económica que inició
en la segunda mitad de 2019. Las proyecciones señalan un crecimiento de 2,5% en
el 2020 y 3,0% en el 2021, en buena medida sustentado en la demanda interna.
El Banco Central
proyecta un crecimiento del PIB en volumen de 2,5% para 202037 y
3,0% para 2021, comparado con un estimado preliminar de 2,1% para el 2019.
Estas proyecciones suponen, por tanto, la continuidad del repunte que inició a
mediados del 2019. Sin embargo, la economía costarricense se mantendría
creciendo por debajo de su tasa estimada de crecimiento potencial (estimado
para el largo plazo en 3,5%). Esto significa que la brecha de producto se
mantiene negativa en el bienio.
37 El
crecimiento para el 2020 ha sido revisado a la baja desde el 2,6% que se estimó
en el informe de julio pasado.
Las proyecciones
contemplan un crecimiento del ingreso nacional disponible bruto de 2,5% en 2020
y 3,1% en 2021, asociado a la evolución del PIB y a la mejora en los términos
de intercambio, pero ajustado por el efecto de la reforma fiscal38.
38 El efecto
contractivo que la reforma fiscal tendría sobre el ingreso personal disponible
se estima en 0,7% y 0,8% del PIB de 2020 y 2021, respectivamente.
Por componentes
del gasto (Gráfico 29), se prevé que la demanda interna lidere esa aceleración,
con aumentos de 2,4% y 3,1% en esos años. Este crecimiento sería impulsado por
el consumo de los hogares y la inversión privada.
El aumento en el
consumo de los hogares está respaldado por el impacto positivo que sobre el
ingreso disponible tendría la ganancia en términos de intercambio prevista para
este bienio, y también por la mejora gradual en la confianza de los
consumidores. Este efecto sería
parcialmente atenuado por el alto nivel de
endeudamiento de algunos hogares39.
39 Para estimar
este efecto, se proyectó una reducción en la propensión media al consumo, con
el consecuente aumento en la tasa de ahorro.
Es decir, se prevé que el
nivel de endeudamiento se modere gradualmente conforme aumenta la tasa de
ahorro.

Por su parte, el
repunte previsto en la inversión privada para 2020 está relacionado con una
expectativa de mejora en la confianza empresarial, conforme se diluye la
incertidumbre sobre los efectos de la reforma fiscal, y con una menor presión
del Gobierno en el mercado financiero local, que impulsaría la actividad de
construcción40 así como la inversión en maquinaria, equipo y otros
activos intangibles (Gráfico 30).
40 Un indicador
adelantado para la inversión privada en construcción son los trámites de
construcción ante el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos que,
particularmente en el segundo semestre del 2019, presentaron tasas de
crecimiento de dos dígitos. La estimación de la construcción tomó en consideración
que estas gestiones corresponden a intenciones de construcción (cuyo efecto se
espera en 2020). Si bien se reconoce que ese incremento pudo estar influido por
el incentivo de adelantarse a la aplicación del IVA, también es cierto que
estos trámites tienen un costo financiero, por lo que existe una alta
probabilidad de que resulten en proyectos reales de construcción.

Para el 2020 no
se prevé un impulso por el lado de la inversión pública (aunque la contracción
sería menor que en 2019 (Gráfico 31). Con la información disponible, el Banco
Central considera que, si bien se espera inversión en infraestructura vial41,
adquisición de equipo ferroviario, mayores compras de activos intangibles
(desarrollo de programas informáticos) y de equipo de cómputo42,
ésta no será suficiente para compensar la menor ejecución prevista en obras de
acueductos y alcantarillados, de generación eléctrica e infraestructura
educativa. Para el 2021, además de los proyectos en ejecución por parte del
Ministerio de Obras Públicas y Transporte, se supone iniciará la ampliación de
la ruta San José-San Ramón y de la Ruta 27.
41 Destacan los
Programas de Infraestructura de Transporte (PIT), la II etapa de la Red Vial
Cantonal (CCLIP), Obras Estratégicas de Infraestructura Vial, así como el
avance del proyecto de Rehabilitación y Ampliación de la Ruta Nacional N° 32.
42 Vinculado con
el "Programa de Fortalecimiento del Sistema Educativo".
El Banco Central estima
que, debido a los encadenamientos que tiene la inversión pública con el resto
de la economía, cada USD 100 millones de ejecución de obra impacta
positivamente la tasa de crecimiento del PIB en aproximadamente 0,17 p.p.

El gasto de
consumo de Gobierno reflejaría las medidas de contención anunciadas por el
Ministerio de Hacienda e incluidas en el Presupuesto Nacional de la República
para 2020, de conformidad con el cumplimiento de la regla fiscal (que se
aplicaría por primera vez en este año). En particular, las proyecciones
reflejan la menor contratación de nuevos funcionarios así como una reducción en
el gasto en bienes y servicios, lo que llevaría a una notable desaceleración en
el consumo de Gobierno.
En lo que
respecta a las exportaciones, para el bienio se prevén incrementos de 3,8% en
2020 y 3,3% un año después. La exportación de bienes aumentaría en promedio
anual 4,0% (1,7% en 2019), en tanto que los servicios en promedio 3,6% (4,1% un
año atrás). Esto es congruente con el crecimiento moderado esperado para
nuestros socios comerciales.
El volumen de
importaciones subiría 3,6% y 3,8% en este bienio, dada la aceleración prevista
en la demanda interna, que llevaría a un repunte en las compras de materias
primas y bienes de capital para atender la mayor inversión, así como de las
importaciones destinadas al consumo final.
Por actividad
económica y según el promedio de los aportes, se estima que el crecimiento
económico estaría liderado por los servicios empresariales, la manufactura,
información y comunicaciones, así como por los servicios de educación y salud.
En particular:
- El impulso
de los servicios empresariales estaría asociado con las actividades de
consultoría en gestión financiera, recursos humanos, comercialización,
oficinas principales, actividades administrativas y de apoyo de oficina,
así como de los servicios de seguridad e investigación.
- El
crecimiento de la actividad manufacturera respondería, principalmente, a
la evolución en la demanda externa por productos de empresas del régimen
especial, particularmente equipo e implementos médicos. La producción de
empresas del régimen definitivo mostraría una moderada recuperación,
impulsada por la estabilización en las ventas al mercado centroamericano y
por un aumento en la demanda interna de insumos de origen manufacturado
para la agricultura y la construcción.
- Los
servicios de información y comunicaciones crecerían a una tasa mayor que
el agregado, sustentada en la demanda por los servicios de
telecomunicaciones así como de información y programación, esto último
dirigido al mercado externo.
- Los
servicios públicos y privados de salud se mantendrían dinámicos. En el
primero de los casos destaca el plan para ampliar la cobertura en salud
pública por medio de inversión en nuevos hospitales y Equipos Básicos de
Atención Integral en Salud (Ebais), que lleva la contratación de personal
y la compra bienes y servicios.
- También se
prevé que se recupere la actividad agropecuaria, en razón de la
estabilización de los precios internacionales y de que no se pronostican
condiciones climáticas adversas43. Esto favorecería, en
particular, la oferta exportable de banano y piña.
43 Según el
Pronóstico Climático Estacional (noviembre 2019 - enero 2020) del Instituto
Meteorológico Nacional, las condiciones del fenómeno El Niño Oscilación Sur
(ENOS tradicional y Modoki), las temperaturas del mar en el Caribe y el
invierno del hemisferio norte son determinantes en el clima estacional de los
próximos meses. Al respecto, no se prevé que el ENOS tenga una influencia
significativa y se estima que el calor del mar en el Caribe proporcionará la
humedad necesaria para que no se produzcan sequías en zonas tradicionalmente
vulnerables.
- Las empresas
del régimen definitivo mantendrán su repunte, ante la recuperación del
agro y de la construcción, especialmente en el 2021. Se prevé que las
empresas en regímenes especiales también mantendrán su dinamismo.
Como todo pronóstico,
la proyección de crecimiento económico está sujeta a incertidumbre. El Gráfico
32 captura, con base en la volatilidad histórica y esperada, el abanico de
probabilidad sobre la trayectoria del PIB y de las variables que lo explican.

Los riesgos se
inclinan levemente al alza, como lo muestran las bandas más anchas por encima
del pronóstico central. Ello responde a que, de haber alguna diferencia en la
trayectoria del crecimiento de los principales socios comerciales, se considera
más probable que ésta sea al alza. También se estima que el nivel de inversión
privada previsto podría sorprender al alza. Con un 50% de probabilidad, se
estima que el crecimiento económico se ubique entre 2,3% y 3,1% en el 2020 y
entre 2,6% y 3,5% en 2021.
3.2.2 Balanza de
pagos
Las proyecciones
de balanza de pagos para el periodo 2020-2021 contemplan un menor déficit en
cuenta corriente (2,2% del PIB en cada año), financiado completamente por inversión
directa.
El comportamiento
de los indicadores del sector externo para el bienio 2020-2021 estaría
determinado por un crecimiento moderado de los principales socios comerciales,
estabilidad relativa en los términos de intercambio y un mejor desempeño de la
actividad económica local respecto a lo observado en 2019.
En este contexto,
se estima un déficit de cuenta corriente que en términos del PIB alcanzaría
2,2% en cada año, el más bajo en la historia reciente del país (Gráficos 11 y
33). Esta mejora paulatina y sostenida de la brecha en cuenta corriente
responde, principalmente, a la reducción en el desbalance de bienes y al
superávit en la cuenta de servicios, que se mantendría alrededor de 10,0% del
PIB. Adicionalmente, la relativa estabilidad de los flujos de inversión directa
permitiría financiar esa brecha y mantener la posición de activos de reserva en
torno a 13,0% del PIB (Gráfico 34 y Cuadro A.8 del anexo).

El déficit en la
cuenta de bienes continuaría a la baja para ubicarse en torno al 7% del PIB en
cada año. Particularmente, el valor de las ventas externas crecería por encima
del 5% (1,2% en el 2019), principalmente por el impulso de las empresas del
régimen definitivo, toda vez que el valor de las exportaciones de los regímenes
especiales mantendrían el ritmo de crecimiento de años recientes (alrededor de
7,3%).
Por su parte, en
concordancia con el mejor desempeño de actividad económica local, se prevé un
mayor dinamismo del valor de las importaciones, principalmente en las empresas
del régimen definitivo (excluidos los hidrocarburos), para las cuales se
proyectan tasas en torno al 4,2% por año (-8,3% en el 2019). Estas compras
serían impulsadas, en particular, por el repunte en el consumo y la inversión
privada (en actividades como la construcción, por ejemplo). En el caso de los
regímenes especiales, se supone que moderaría el crecimiento con tasas de 5,0%
y 6,0% en el 2020 y 2021, en ese orden, luego del impulso observado en el 2019.
En lo que
respecta a los hidrocarburos, principal producto de importación, se proyecta
que el precio medio del barril del cóctel de producto terminado se ubique en USD
72,7 en 2020 (2,3% más alto que en 2019) y en USD 68,4 un año
después (una reducción de un 5,9% en relación con el 2020). Esto, combinado con
las proyecciones de volumen de importación (ver sección 3.2.1), implicaría un
ligero aumento en la factura petrolera entre el 2019 y el 2020, y una caída en
el 2021, reflejo de la disminución en el precio.
La cuenta de
servicios continuaría con un superávit ligeramente superior al 10% del
producto, impulsado como ha sido usual en los últimos años por el turismo
receptivo, servicios de apoyo empresarial y las actividades relacionadas con telecomunicaciones,
informática e información. Este superávit seguiría excediendo el desbalance en
la cuenta de bienes.
Acorde con el
aumento del endeudamiento externo de la economía nacional, se espera un mayor
desbalance en la cuenta de ingreso primario en el bienio en comentario,
atribuido tanto al servicio de la deuda pública y privada como a las utilidades
asociadas a los pasivos de inversión directa.
En relación con
la cuenta financiera, para el 2020 se proyecta un ingreso neto de recursos por
el equivalente a 1,8% del PIB, explicado básicamente por la inversión directa,
que se prevé represente alrededor del 4% del PIB. Para el sector público se
espera que los ingresos y pagos tiendan a compensarse. En particular, está
previsto el ingreso de recursos por USD 1.726 millones, de los cuales USD
1.430 millones corresponden a créditos de apoyo presupuestario44.
Estos influjos serían compensados por la cancelación anticipada del préstamo de
apoyo a la balanza de pagos otorgado por el Fondo Latinoamericano de Reservas
(FLAR) por un saldo residual de USD 625 millones (efectuado el 13 de
enero de 2020), el vencimiento de títulos de deuda BD20 del Gobierno por USD
250 millones, la constitución de activos externos (netos) de las otras
sociedades de depósito públicas (USD 475 millones) y pagos de
operaciones contractuales por parte otras entidades públicas.
44 De acuerdo con
información del Ministerio de Hacienda, se prevé contar con los siguientes
créditos de apoyo presupuestario (millones USD):
|
|
2020
|
2021
|
|
Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE)
|
250
|
|
|
Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
|
|
350
|
|
Banco Mundial (BIRF)
|
300
|
|
|
Corporación Andina de Fomento
(CAF)
|
500
|
500
|
|
BID-Agencia Francesa de Desarrollo
|
380
|
|
|
Total
|
1.430
|
850
|
De igual forma, para
el 2021 el ingreso neto de recursos estaría determinado mayormente por la
inversión directa, que se mantendría en el equivalente a 4% del PIB. Para el
sector público se prevé una entrada de USD 850 millones proveniente de
créditos de apoyo presupuestario, cuyo efecto sería parcialmente compensado por
pagos de operaciones contractuales de estos entes.

3.2.3 Finanzas
públicas
La aplicación
estricta de la regla fiscal permitiría reducir el déficit primario y con ello
las necesidades brutas de financiamiento en el bienio 2020-2021. Ello es
consecuente con la búsqueda de la sostenibilidad de la deuda pública en el
mediano plazo.
Según lo
establecido en la Ley 9635, la aplicación de la regla fiscal inicia en el 2020
y se hizo explícita en la formulación del Presupuesto Nacional para el ejercicio
económico del presente año. De acuerdo con las proyecciones del Ministerio de
Hacienda, la aplicación estricta de la regla fiscal este año y el siguiente
permitiría una caída en el déficit primario del Gobierno Central a 1,3% del PIB
en el 2020 y 0,8% en el 2021, desde 2,8% en el 2019, a pesar del aumento
proyectado en los gastos de capital (Cuadro A.9 del anexo). El déficit
financiero del Gobierno Central también se reduciría, para ubicarse en 5,9% del
PIB en 2020 y en 5,7% en 2021. Esta reducción sería menor a la que muestra el
resultado primario, debido a la mayor carga por intereses (Gráfico 35).
Como se indicó,
estos resultados incorporan el efecto de las medidas fiscales y, en particular,
de la aplicación estricta de la regla fiscal contemplada en la Ley 9635.
También suponen el ingreso de recursos por créditos multilaterales para apoyo
presupuestario por un total de USD 2.280 millones en este bienio.
Además, las
proyecciones del Ministerio de Hacienda incluyen como parte de los ingresos y
gastos del Gobierno Central, a partir del 2021, las operaciones de los órganos
desconcentrados, según lo dispuesto en la Ley de Fortalecimiento del Control
Presupuestario de los Órganos Desconcentrados del Gobierno Central (Ley
9524). Según las estimaciones preliminares de ese Ministerio, la aplicación de
esa ley tendría efectos incrementales en los ingresos por el equivalente a 1
p.p. de PIB y en los gastos por 2 p.p. en el primer año. Esto explica por qué
en el 2021 se observa un incremento importante en los niveles proyectados de
ingresos y gastos (Cuadro A.9 del anexo).

Dado el peso del
servicio de la deuda y la gradualidad de la reforma fiscal, en los próximos
años la razón de deuda del Gobierno Central a PIB mantendrá su tendencia
creciente hasta alcanzar un máximo, ahora proyectado en el 202245
(Gráfico 36). A partir de ese año, iniciaría una trayectoria descendente. La
trayectoria de la razón de deuda a PIB es estimada por el Banco Central,
tomando como insumo las proyecciones del déficit financiero y primario
provistas por el Ministerio de Hacienda para el horizonte 2020-2024.
45 Los ejercicios
de sostenibilidad fiscal presentados en el Programa Macroeconómico 2019-2020 de
enero de 2019 y su revisión en julio de ese año estimaron que el máximo se
alcanzaría en el 2023. En esta ocasión, las proyecciones del Ministerio de
Hacienda contemplan tanto una menor carga por intereses como una corrección en
el resultado primario a partir del 2021, mayor a la estimada en ejercicios
previos, con lo cual la razón deuda a PIB empezaría a declinar a partir del
2023. Además, en el 2026 se incluye, en los gastos de capital, la transferencia
de capital para financiar el proyecto Transporte
rápido de pasajeros (USD 550
millones).
Los
requerimientos brutos de financiamiento del Gobierno continuarán altos también
por varios años (Cuadro 1). Sin embargo, en esta transición, el acceso al
mercado externo permitiría reducir la presión sobre el costo de la deuda para
los sectores público y privado, mejorar la estructura y la gestión financiera
de la deuda pública, fortalecer la estabilidad macroeconómica y promover el
crecimiento económico y el empleo.

El presente
Programa Macroeconómico no contempla, en su escenario base, la colocación
adicional de títulos del Gobierno en los mercados internacionales. No obstante,
en un escenario alterno resumido en el Recuadro 3, se estima que, en caso de
darse la aprobación legislativa para colocar hasta un monto de USD 4.500
millones a partir del 2020, los efectos serían favorables sobre el resultado
fiscal y el crecimiento económico.
Por otra parte,
el déficit financiero del Banco Central se proyecta en 0,4% del PIB en 2020-
2021, en ambos años (0,3% en 2019). Ese ligero aumento reflejaría mayores
costos de operaciones de esterilización monetaria en 2020, fundamentalmente por
el impacto de la mayor afluencia de recursos externos, y en menor medida por el
efecto de la reducción del encaje mínimo legal. Finalmente, el resto del sector
público no financiero continuaría con resultados superavitarios de 1,0% del PIB
en cada año, impulsados, al igual que en el 2019, por el comportamiento
positivo de las finanzas de la CCSS, principalmente del régimen de Invalidez,
Vejez y Muerte (IVM)46
46 Este resultado no se refiere a la sostenibilidad de largo plazo del
IVM, sino únicamente al resultado financiero de corto plazo.
Recuadro 3.
Estimación de algunos efectos macroeconómicos de la eventual colocación de
bonos de deuda externa
En el 2019 el
Poder Ejecutivo presentó una iniciativa ante la Asamblea Legislativa para
colocar en los mercados internacionales, en un plan plurianual, títulos de
deuda hasta por USD 6.000 millones (USD 1.500 millones anual en el primer
bienio y USD 1.000 millones anuales en lo sucesivo). Con la Ley 9708 la
Asamblea Legislativa autorizó la colocación de únicamente USD 1.500 millones.
La propuesta
original forma parte de un plan integral de financiamiento de mediano plazo que
busca apoyar el proceso de ajuste fiscal (Ley 9635). Su intención es sustituir
deuda interna por operaciones de deuda externa en mejores condiciones de plazo
y tasas de interés.
Para estimar los
efectos macroeconómicos de futuras colocaciones, se elaboró un escenario
alterno. Este escenario supone que la Asamblea Legislativa daría la aprobación
para la colocación de USD 1.500 millones en el 2020 y USD 1.000 millones en el
2021, de conformidad con la propuesta original del Ministerio de Hacienda.
Los resultados se
presentan en el Cuadro 3.1. Como indica el cuadro, el acceso a estos recursos
reduciría la presión sobre las tasas de interés locales y con ello contribuiría
a reducir la carga por intereses y la deuda del Gobierno. Además, estimularía
el crédito al sector privado y la reactivación económica.
3.2.4 Agregados
monetarios y crédito al sector privado
Dada la meta de
inflación, el comportamiento previsto para las cuentas de producción y del
sector externo, y el financiamiento neto requerido por el Gobierno, se prevé
que el componente financiero del ahorro nacional (aproximado por la riqueza
financiera) crezca a una tasa media anual en torno a 7,6% en 2020-2021. Eso
permitiría que el ahorro en términos del PIB mantenga la tendencia al alza que
le ha caracterizado (Gráfico 37).
Asimismo, se
prevé un crecimiento del crédito al sector privado en torno a 5,0% en el 2020 y
a 7,0% en el 2021. Así, la razón de crédito a producto se estabilizaría,
después de haber tendido a la baja en el bienio 2018-2019. El repunte en el
crédito estaría apoyado en la mejora prevista en la percepción de los agentes
económicos sobre el desempeño macroeconómico del país, así como por la mayor
disponibilidad de fondos prestables (traducida en mejores condiciones
crediticias por parte de los intermediarios financieros).

3.2.5 Inflación
Las proyecciones
de inflación de mediano plazo del modelo macroeconómico del BCCR toman como
insumos, con base en información y proyecciones de organismos internacionales,
los siguientes supuestos: a) tasas de interés internacionales inferiores a las
de 2019, debido al relajamiento de las condiciones monetarias en importantes
economías avanzadas y emergentes; b) un crecimiento económico desacelerado en
los Estados Unidos de América; c) inflación en los Estados Unidos en torno al objetivo
de largo plazo; d) inflación de los principales socios comerciales en torno al
2,7% para el bienio 2020-2021; y e) bajo crecimiento en el precio de las
materias primas, lo que llevaría a una mejora en los términos de intercambio
del país con respecto a 2019.
Se estima que las
expectativas de inflación se mantendrían alrededor del 3,0%. Por otra parte,
una brecha del producto negativa (acorde con una tasa de desempleo alta)
ejercerá presión a la baja sobre la inflación.
Dada la
interacción de las variables exógenas, de acuerdo con este modelo, las tasas
promedio de inflación (medida por el IPC) se ubicarían en torno a 2,5% en el
bienio 2020-2021. Por su parte, los valores para la inflación subyacente
estarían alrededor de 2,4% en igual lapso.
En general, los
pronósticos de la inflación incluidos en el Programa Macroeconómico 2019- 2020
y su revisión sobreestimaron el resultado para 2019, y mostraban igualmente una
trayectoria más alta para el 2020 a la que sugieren los pronósticos presentados
en esta ocasión. El menor resultado de inflación observado en el 2019, y la
revisión a la baja en los pronósticos para la inflación general y subyacente,
están asociados con la persistencia de factores desinflacionarios, en
particular una brecha de producto negativa y una tasa de desempleo superior a
la tasa de largo plazo en la que se estabilizaría la inflación (Gráfico 38).


3.2.6 Resumen de
las principales proyecciones macroeconómicas
En el Cuadro 2 se
presenta un resumen de las proyecciones para las principales variables
macroeconómicas contempladas en el Programa Macroeconómico 2020-2021.
Cuadro 2. Principales variables macroeconómicas

4. Objetivos y
medidas de política
La Junta
Directiva del Banco Central reafirma su compromiso con la estabilidad de precios,
como pilar fundamental de la estabilidad macroeconómica y, para el bienio
2020-2021, reitera su meta de inflación de mediano plazo, definida en 3% con un
margen de ± 1 p.p.
Las acciones de política
continuarán dirigidas a cumplir esa meta, y para ello el Banco Central:
i. Realizará el
ajuste en sus instrumentos de política monetaria si identifica presiones
inflacionarias o deinflacionarias que pudieran originar desvíos sostenidos en
sus proyecciones de inflación con respecto a esa meta. Ello requiere
identificar si el desvío es transitorio, y actuaría sólo si se justifica una
respuesta de política.
En ese sentido,
la política monetaria del BCCR es de carácter prospectivo; es decir, reacciona no
a la inflación actual, sino en respuesta a los pronósticos de inflación futura
(Recuadro 4). Para ello, toma en consideración la proyección de los
determinantes macroeconómicos de la inflación. Claro está que en esas
proyecciones el dato de la inflación actual es relevante también, pero no es el
único factor.
Las proyecciones
macroeconómicas señalan la persistencia de riesgos a la baja en la inflación
asociados principalmente al moderado crecimiento de la economía, con holgura en
la capacidad de producción (brecha del producto negativa), y a un desempleo que
se mantiene en niveles por encima de la tasa en que la inflación se
estabilizaría. Además, las expectativas de inflación se encuentran estables
alrededor de la meta inflacionaria, lo que sugiere una sostenida credibilidad
en el compromiso del Banco Central con una inflación baja y estable. Eso indica
que existe espacio para continuar con el ciclo de relajamiento de la política
monetaria. Por ello, en conjunto con la aprobación de este Programa Macroeconómico,
la Junta Directiva acordó una nueva reducción en la TPM, esta vez de 50 p.b.,
para llevarla a 2,25%. La programación macroeconómica en este ejercicio refleja
este ajuste en la TPM.
ii. Participará
en el mercado cambiario por tres motivos distintos: como agente del sector
público no bancario; para atender requerimientos propios (en particular,
continuar con el programa de compra de reservas aprobado por la Junta Directiva
en noviembre pasado o cualquier otro que se aprobare en el futuro); o para evitar
fluctuaciones violentas en el tipo de cambio y asegurar un proceso ordenado de
formación de precios en ese mercado.
Las
intervenciones del Banco Central en el mercado cambiario, sin embargo, no
interrumpirán la tendencia del tipo de cambio que impriman las fuerzas de
oferta y demanda en el mercado.
iii. Continuará
con una gestión activa de sus instrumentos de control de la liquidez, en
coordinación (cuando se trate de instrumentos de deuda) con el Ministerio de
Hacienda.
iv. Procurará
mejoras en los procesos operativos y en el mecanismo de formación de precios en
los distintos mercados de negociación, entre ellos el Monex, MIL y de deuda,
para mejorar la transmisión de la política monetaria y promover la eficiente
formación de precios.
Particularmente,
con este Programa Macroeconómico, se introduce un corredor asimétrico alrededor
de la TPM, de forma tal que la tasa de interés para la facilidad de depósito se
ubique 150 p.b. por debajo de la TPM y la de la facilidad de crédito 50 p.b.
por encima de este parámetro (Recuadro 5). Esta medida busca: (i) aumentar el
costo de oportunidad de mantener recursos en instrumentos de depósito; y (ii)
promover la participación entre intermediarios financieros en el MIL, y con
ello dar relevancia a la tasa de interés interbancaria en este mercado47
como meta operativa de la política monetaria. Además, se introducirán cambios
en la operativa del MIL, por ejemplo, en los horarios de la subasta
(convocatoria y hora del evento).
47 El Banco Central da seguimiento a la tasa
de interés de las operaciones entre intermediarios financieros en el MIL (no
considera aquellas cuya contraparte es el BCCR).
v. Continuará
fortaleciendo la comunicación con el público. Como parte de este proceso, la
Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, mediante artículo 9 del acta
de la sesión 5914-2020 del 29 de enero del año en curso, decidió modificar el
calendario de reuniones de política monetaria y publicar en forma anticipada
las fechas en que se tomarán las decisiones de política monetaria. Así, el
Banco Central elaborará y divulgará en su Programa Macroeconómico, a partir de
este año, un calendario de reuniones de política monetaria. En particular:
·
A
partir de este año, la Junta Directiva realizará ocho reuniones de política
monetaria al año, con un intervalo aproximado de seis semanas entre cada
reunión, para decidir el nivel de la TPM. La Junta Directiva, no obstante,
podrá modificar la TPM fuera de calendario si las circunstancias lo ameritan.
·
Con
posterioridad a la reunión, publicará un comunicado sobre la decisión de
política monetaria, el cual presentará la visión de la Junta Directiva sobre la
evolución reciente y esperada de la inflación y de los factores que la
determinan.
·
El
calendario para el 2020 es el siguiente:

- Es de esperar que estos cambios contribuyan en
la formación de las expectativas de mercado y contribuyan a fortalecer la
credibilidad y transparencia del Banco Central y la transmisión de la política
monetaria (Recuadro 6).
- Además, el Banco Central reorganizará sus
publicaciones para que, en los trimestres en que no hay Programa
Macroeconómico, se publique un Informe de Política Monetaria, que remplazaría
al actual Informe de Inflación. De esta forma, se regularizará, con
frecuencia trimestral, la información al público sobre los análisis de
coyuntura económica y de política monetaria.
- Durante este año, el Banco Central también
iniciará un proceso de análisis y consultas para explorar la conveniencia
y oportunidad de revisar su meta de inflación.
vi. Asimismo, de manera coordinada con el Conassif y con las
superintendencias, según corresponda, continuará impulsando medidas tendientes
a mantener y fortalecer la estabilidad y eficiencia del sistema financiero
nacional. Como líneas de acción inmediatas, el Banco Central trabaja en la
modificación del Reglamento para las operaciones de crédito de última instancia
en moneda nacional del Banco Central de Costa Rica y en una propuesta de
Reglamento sobre derivados en moneda extranjera.
Recuadro 4. Mecanismo de transmisión de la política
monetaria
En el contexto del modelo macroeconómico, el comportamiento de la
inflación en el corto y mediano plazo se explica básicamente por las presiones
de demanda y las expectativas de inflación. Las presiones de demanda se
aproximan con la brecha del producto. Su evolución está determinada por
condiciones externas, como la trayectoria de los términos de intercambio y el
crecimiento económico de Estados Unidos de América (principal socio comercial
de Costa Rica), y por las condiciones financieras internas, que responden a la
postura de la política monetaria del BCCR, manifiesta en la TPM.
El proceso de formación de expectativas incorpora elementos inerciales y
prospectivos. En la medida en que la credibilidad del BCCR mejora, se
incrementa su capacidad para anclarlas a la meta anunciada, al tiempo que se
reduce la importancia relativa de los componentes inerciales. Otro factor que
incide en las expectativas es la inflación importada y el efecto que sobre ésta
puedan tener las expectativas de variación del tipo de cambio nominal1.
1 Las
variaciones cambiarias afectan la inflación directamente (por su impacto sobre
los precios de los bienes importados) y vía su impacto en las expectativas de
inflación. La teoría económica y la evidencia internacional indican que, en el
tanto se fortalezca la credibilidad en la política monetaria, y las
expectativas inflacionarias se anclen, el efecto traspaso tiende a perder
importancia.
Acorde con este marco analítico, la política monetaria se implementa de
tal forma que, cuando se detecte algún riesgo de que la inflación se ubique por
encima o por debajo de la meta de inflación (establecida por el BCCR, desde el
2016, en 3,0%, con una tolerancia de ± 1 punto porcentual) en el horizonte de
proyección en que la política monetaria surte efecto (normalmente 12 a 18
meses), y ese riesgo obedece a presiones persistentes de demanda (en lugar de a
choques transitorios de oferta), el BCCR consideraría realizar ajustes al alza.
Este modelo toma en cuenta que la economía está expuesta a choques de
oferta, como variaciones en el precio de materias primas en el mercado
internacional (hidrocarburos o alimentos, entre otras), los cuales
eventualmente podrían ocasionar desvíos transitorios de la inflación meta. Dado
que estos desvíos no responden a condiciones monetarias, el Banco Central
podría decidir no ajustar su TPM si concluye que esos choques de oferta no
generan efectos de segunda ronda. Para valorar el impacto de esos choques, el
modelo da seguimiento tanto a la inflación medida con el Índice de Precios al
Consumidor como a la inflación subyacente.
Dado lo anterior, en todo momento el BCCR analiza un conjunto de
indicadores y la mejor proyección disponible de las variables macroeconómicas
que afectan directa o indirectamente la inflación. La decisión sobre
modificaciones en la TPM se realiza de manera prospectiva, con base en el
análisis de la evolución esperada de la inflación y de sus determinantes
macroeconómicos. Este análisis se resume en el Diagrama 4.1.

Recuadro 5. Corredor
asimétrico de tasas de interés en el Mercado Integrado de Liquidez
Como parte del
proceso de migración, gradual y ordenada, a un esquema monetario de metas de
inflación, el 1° de junio de 2011 la Junta Directiva del Banco Central1
aprobó una nueva estrategia de control monetario, que buscó consolidar la TPM
como instrumento de política monetaria, y así influir sobre los principales
determinantes macroeconómicos de la inflación.
1 Artículo 6 del
acta de la sesión 5499-2011.
En este contexto,
redefinió la TPM como el indicador de referencia para conducir el costo de las
negociaciones a un día plazo en el Mercado Integrado de Liquidez (MIL), dentro
de un corredor formado por las tasas de interés de las facilidades permanentes
de crédito (FPC) y de depósito (FPD). En esa oportunidad estableció que la tasa
de la facilidad permanente de crédito fuera la TPM más 100 p.b., y la tasa de
la facilidad permanente de depósito fuera TPM menos 100 p.b. Es decir,
estableció un corredor simétrico de ±100 p.b. con respecto a la TPM.
Con la
implementación del corredor, el Banco Central buscó reducir la volatilidad de
las tasas de interés de muy corto plazo, aspecto crítico para que las señales
de política monetaria, enviadas mediante cambios en la TPM, se reflejen en la
estructura de tasas de interés de los instrumentos financieros en el mercado
local. Esto es, una menor volatilidad mejora la efectividad de las señales de
política monetaria2.
2 Esquivel, M.
(2018). Transmisión de la tasa de política monetaria a los mercados de dinero
en Costa Rica. Documento de Trabajo N° 01- 2018, Departamento de Investigación
Económica, BCCR.
Como se aprecia
en el Gráfico 5.1, con la adopción del corredor, la volatilidad de las tasas de
interés interbancarias disminuyó significativamente. No obstante, aún hay
espacio para mejorar el efecto de transmisión, pues la evidencia señala que3:
i) es lento (tarda entre 8 y 12 meses para trasladarse a las tasas del sistema
financiero) y diferenciado entre instrumentos financieros; ii) es incompleto; y
iii) es asimétrico; esto es, los ajustes en TPM se transmiten con mayor
intensidad a las tasas pasivas que a las activas y los aumentos se transmiten
más rápidamente que las reducciones.
3 Barquero, J. y
Mora, D. (2014). El efecto traspaso de la tasa de interés de los instrumentos
del Banco Central en Costa Rica hacia las tasas de interés del sistema
financiero. Documento de Trabajo N° 01-2014, Departamento de Investigación
Económica, BCCR.

Desde entonces, el Banco Central ha aplicado
un corredor simétrico la mayor parte del tiempo4, lo cual es
coherente con la intención de que las facilidades permanentes sean de uso
residual5.
4 Entre el 8 de
junio y el 29 de noviembre del 2017 se aplicó un corredor asimétrico (de -0,75
p.b. y +125 p.b. con respecto a la TPM), con el objetivo de desincentivar el
uso de la FPC en una coyuntura de tensiones en el mercado cambiario.
En el 2019, la
Junta Directiva redujo la tasa de encaje mínimo legal y de reserva de liquidez
para las operaciones en moneda nacional, de 15% a 12%, con vigencia a partir
del 16 de junio (artículo 9, del acta de la sesión 5879-2019). La medida buscó
generar mayor disponibilidad de recursos prestables en colones y reducir el
costo de captación en moneda nacional para las entidades financieras. Todo ello
con el propósito de crear condiciones crediticias que apoyaran la inversión y
el consumo, y de esta forma el proceso de recuperación económica.
No obstante, estos
recursos no se tradujeron en una mejora significativa de las condiciones
crediticias, sino en un excedente de liquidez del sistema financiero que se
mantiene depositado en el Banco Central.
El excedente de
liquidez se manifestó en la posición deudora neta del Banco Central (Gráfico
5.2), la cual, desde la entrada en vigencia de la medida y hasta el 31 de
diciembre de 2019, alcanzó un saldo promedio de ¢347 mil millones.
Históricamente se
ha observado que en períodos extensos de altos excedentes de liquidez, con una
amplia utilización de la FPD, la tasa de interés interbancaria no refleja
adecuadamente el costo de la liquidez, debilitando el traspaso de las señales
de política monetaria.

En este contexto,
y con el fin de mejorar la efectividad de la política monetaria, la Junta
Directiva decidió establecer un corredor de tasas de interés asimétrico en el
MIL a partir del 30 de enero del año en curso. En línea con lo anterior, la tasa
de interés para la FPD se ubicará 150 p.b. por debajo de la TPM y la de la FPC
50 p.b. por encima de la TPM.
Este corredor de
tasas de interés asimétrico en el MIL incrementa el costo de oportunidad de
mantener recursos depositados en la facilidad de depósito para los
intermediarios financieros, lo que se espera estimule el uso alternativo de los
recursos y así complemente las acciones adoptadas en procura de apoyar el
proceso de recuperación económica.
Aunado a lo
anterior, un corredor asimétrico podría propiciar un mayor volumen de
negociaciones entre los intermediarios financieros en el MIL, lo que
incrementaría la relevancia de la tasa interbancaria y favorecería el mecanismo
de transmisión de la política monetaria.
En particular,
estas acciones fortalecen la efectividad de la tasa de interés de las
operaciones a un día plazo en el MIL entre intermediarios financieros
(excluyendo las operaciones con el Banco Central) como meta operativa de la
política monetaria del Banco Central.
Recuadro 6. Recuadro
6. Calendario de reuniones de política monetaria
En procura de
fortalecer el compromiso con la estabilidad de precios, desde los años 90 los
bancos centrales han adquirido mayor independencia de los gobiernos. Costa Rica
no fue la excepción: la nueva Ley Orgánica del Banco Central de Costa Rica (Ley
7558) introdujo, a finales de 1995, una mayor autonomía para el Banco Central.
El régimen de autonomía fue fortalecido aún más con la Ley 9670, del 28 de
febrero de 2019.
El tránsito hacia
una mayor independencia de los bancos centrales ha sido acompañado de una mayor
transparencia1. Ambos factores (autonomía y transparencia) son
sustento de la credibilidad de un banco central, que es crítica para la
transmisión de las acciones de política monetaria2.
1Existe
consenso en que más información sobre las acciones de política monetaria reduce
la incertidumbre de los agentes económicos sobre el comportamiento futuro de
los macro precios. Ello facilita la planeación de sus decisiones y mejora el
entendimiento de lo que el banco central puede o no hacer.
2 Existen
riesgos provenientes del contexto internacional y local que, de materializarse,
provocan desvíos de la inflación con respecto a la meta. El desvío podría
prolongarse más allá de la duración del choque que le originó, pero, si la meta
es creíble, las expectativas de inflación
permanecerán alineadas a ella.
La construcción
de esa credibilidad es un proceso que responde a la interacción de: i) los
anuncios del banco central sobre su objetivo de política y la claridad con que
explique las decisiones que toma en procura de ese objetivo; ii) las medidas de
política y su coherencia con respecto al objetivo anunciado; y iii) resultados
congruentes con los anuncios y las acciones adoptadas3.
3 Para un mayor
detalle, ver el documento Adopción del esquema de meta de inflación en Costa
Rica (Documento de Trabajo 001-2018, Banco Central de Costa Rica).
Una forma de
medir la credibilidad de un banco central es su capacidad para anclar las
expectativas de inflación a la meta anunciada. En el caso del Banco Central de
Costa Rica, el avance en ese sentido ha sido positivo. El uso de la meta como
variable de referencia para la formación de las expectativas inflacionarias ha
aumentado, lo cual es notorio a partir de abril de 2015.
Para consolidar
la credibilidad y la transparencia del banco central, y de esa forma fortalecer
la transmisión de la política monetaria, el proceso de comunicación es
esencial. La función principal de la comunicación es informar al público sobre la
evolución de las variables macroeconómicas y financieras y sobre las políticas
que se adopten, y además contribuir a que la visión del banco central sea
entendida. Se debe transmitir esa información en un lenguaje de entendimiento
común para los distintos actores de la sociedad.
Como parte de los
esfuerzos por fortalecer su credibilidad y transparencia, muchos bancos
centrales de economías avanzadas y algunas emergentes, particularmente en
aquellos países que aplican un esquema monetario de metas de inflación,
anuncian anticipadamente el calendario de sus reuniones de política monetaria.
Anunciar
anticipadamente el calendario de las decisiones de política monetaria permite:
i) reducir la incertidumbre en los mercados financieros y contribuir a que los
agentes económicos mejoren su capacidad de planeación (pueden prepararse ante
eventuales cambios en la tasa de política monetaria); (ii) fortalecer de esa
manera la formación de expectativas de mercado y la transmisión anticipada de
señales de política monetaria; y iii) mejorar la comunicación del banco central
con el público.
5. Análisis de
riesgos
Las proyecciones
de las principales variables macroeconómicas incorporan la mejor información
disponible hasta enero de 2020. Sin embargo, existen riesgos provenientes del
contexto internacional e interno que, de materializarse, podrían generar
desvíos con respecto a las proyecciones que aquí se presentan. Estos desvíos
serían resultado de la magnitud, dirección y permanencia de los cambios en las
principales variables macroeconómicas en relación con la trayectoria supuesta
en este ejercicio.
Entre los
principales riesgos del ámbito externo se identifican los siguientes:
a. Menor
crecimiento de la economía mundial
La presente
programación macroeconómica considera un crecimiento de la economía mundial de
3,3% y 3,4% para el 2020 y 2021, respectivamente; y de 2,0% y 1,7%, en su
orden, para los Estados Unidos.
De acuerdo con el
FMI, en el corto plazo existen significativos riesgos a la baja del pronóstico
base de crecimiento económico mundial. Esos riesgos incluyen la posibilidad de
un escenario de recrudecimiento de las tensiones comerciales y geopolíticas,
una mayor pérdida de dinamismo económico en las economías británica y europea
como consecuencia del brexit, y mercados financieros donde la aversión
al riesgo implicaría un endurecimiento de las condiciones financieras.
De materializarse
un crecimiento de los socios comerciales del país menor al considerado en este
ejercicio (ya de por sí menor al del 2019), la economía costarricense
enfrentaría una menor demanda externa que, de no ser compensada por la demanda
interna, incidiría negativamente sobre la actividad económica nacional. En
particular, el BCCR estima que ante un choque adverso que reduzca el
crecimiento económico de EUA en un punto porcentual, el crecimiento económico
de Costa Rica se reduciría en 0,30 p.p. en el mismo trimestre (contemporáneo)48.
48 El FMI estima
un impacto más fuerte. En su informe "Perspectivas económicas: las Américas" de
octubre de 2019, el FMI estima que una caída temporal de 1 p.p. en el
crecimiento de Estados Unidos disminuiría el crecimiento de Costa Rica en 0,47
p.p. Este impacto se daría por tres canales: comercio, precios de las materias
primas y flujos financieros
Lo anterior
llevaría a una brecha del producto aún más amplia de lo estimado en el modelo
macroeconómico para los próximos trimestres, con lo cual se fortalecerían las
fuerzas desinflacionarias y como consecuencia, la inflación podría ubicarse por
debajo del valor central proyectado.
b. Choques en
los precios internacionales de las materias primas
Las proyecciones
del modelo macroeconómico para el 2020 incorporan, respecto del 2019, aumentos
en los precios de granos básicos importados (maíz 5,6% y trigo 8,6%) y en el
cóctel de hidrocarburos (2,3%).
.
En este último
caso, se consideró la información de precios de contratos de futuros del WTI
disponible en Bloomberg hasta el 22 de enero de 2020 (promedio de los 30 días
que concluyen ese día). Se reconoce que esta variable es altamente volátil,
pues su trayectoria reacciona con rapidez ante eventos de diversa índole
(consideraciones de demanda, conflictos geopolíticos, tensiones comerciales,
condiciones financieras y factores climáticos, por ejemplo).
A la fecha de
aprobación de este Programa, los riesgos que podrían afectar la trayectoria de
esta variable se considera están balanceados. El deterioro de las perspectivas
de crecimiento
mundial y la mayor producción de crudo por
parte de Estados Unidos apoyarían la baja de este precio. No obstante, podrían
presionar al alza los acuerdos de recorte a la producción por parte de la OPEP
(y sus socios) y las tensiones entre EUA e Irán.
Un aumento en el
precio del petróleo disminuiría los términos de intercambio y el ingreso
disponible, y de esa forma afectaría negativamente el crecimiento económico.
Por otra parte, un aumento en el precio del petróleo tendría un impacto al alza
en la inflación, pero el efecto neto sobre esa variable sería parcialmente
compensado por el menor crecimiento económico y una brecha de producto más
negativa. En particular:
- Cada punto
porcentual de aumento en el precio del petróleo se estima afecta la
inflación en 0,023 p.p., luego de 4 trimestres.
- Por cada
punto porcentual de desmejora en los términos de intercambio, el
crecimiento económico se reduciría en 0,17 p.p. en un año.
- Un aumento
de USD10 en el precio del barril de hidrocarburos implica un
incremento en la factura petrolera de USD198 millones, lo que
generaría un incremento en el déficit de cuenta corriente equivalente a
0,33% del PIB (según las proyecciones consideradas en este ejercicio).
c.
Intensificación en el corto plazo del conflicto político en Nicaragua.
Si bien este
riesgo parece haberse reducido, la intensificación de ese conflicto en el corto
plazo afectaría negativamente los flujos de comercio con Centroamérica, con
efectos a la baja sobre el crecimiento económico nacional. Lo anterior llevaría
a una brecha de producto aún más negativa que la estimada en este ejercicio y a
un mayor efecto desinflacionario, con lo cual la inflación podría ubicarse por
debajo de lo proyectado para el 2020.
Como referencia,
se estima que el impacto de la situación en Nicaragua redujo la tasa de
crecimiento de nuestra economía en 0,2 p.p. en 2018 (ver Programa
Macroeconómico 2019- 2020, página 19).
Por otra parte,
los principales riesgos internos en el horizonte de pronóstico están
relacionados con49:
49 Uno de los
riesgos considerados en el Programa Macroeconómico 2019-2020 (de enero de 2019)
y su revisión en julio de 2019 estaba referido a las tensiones sociales
alrededor de las reformas estructurales planteadas por el Gobierno y que
podrían desencadenar huelgas, con una probable afectación de los servicios
públicos y un efecto adverso sobre el crecimiento del PIB. Se indicó que ese
impacto dependería de su alcance y duración.
La presente valoración de riesgos no considera este elemento toda vez
que se estima que, la "Ley para brindar seguridad jurídica sobre las huelgas y
sus procedimientos"49 (Ley N° 9808) mitiga ese riesgo. Esta ley, que entra a
regir el 5 de febrero de 2020, declara ilegales las huelgas en los servicios
públicos esenciales cuya suspensión o paralización pueda causar daño
significativo a los derechos a la vida, la salud y la seguridad pública.
Asimismo, suspende el pago de los salarios de los trabajadores que participen
en estos movimientos.
a. Deterioro
de las finanzas del Gobierno Central en relación con lo proyectado.
La aprobación de
la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas en diciembre de 2018
constituyó un paso firme hacia la solución estructural del desequilibrio
fiscal. Sin embargo, déficits fiscales significativamente por encima de las
proyecciones del Ministerio de Hacienda podrían manifestarse en una pérdida de
confianza por parte de los agentes económicos, nacionales y extranjeros, y por
ende, en presiones al alza sobre las tasas de interés locales, con un efecto
neto negativo sobre la demanda agregada. Como consecuencia, se generarían presiones
a la baja sobre la inflación y aumentaría la probabilidad de que ésta se ubique
por debajo de lo previsto. Este efecto podría ser mitigado por eventuales
presiones cambiarias que resultaren del aumento en la prima por riesgo del
país.
b. Acceso limitado
a financiamiento externo del Gobierno Central.
La programación
macroeconómica para 2020-2021 consideró el ingreso de recursos
provenientes de créditos multilaterales para
apoyo presupuestario por un total de USD 2.280 millones en el bienio.
Si bien el Poder
Ejecutivo ha avanzado en las negociaciones con los potenciales acreedores,
estas operaciones aún no cuentan, por el momento, con la aprobación
legislativa. En ausencia de estos recursos de apoyo presupuestario, el
financiamiento requerido deberá atenderse en el mercado local, lo que
presionaría al alza las tasas de interés y desplazaría al sector privado del
crédito del sistema financiero.
c. Niveles de
confianza de consumidores y empresarios.
Si bien los
indicadores de confianza de los consumidores y empresarios mostraron mejoras en
el cuarto trimestre de 2019, permanecen en "niveles pesimistas".
Un deterioro
(mejora) de estos indicadores afectaría las decisiones de consumo e inversión,
con impactos negativos (positivos) sobre la actividad económica. Esta situación
favorecería (reduciría) la persistencia de fuerzas desinflacionarias por la vía
de la brecha del producto.
d. Choques de
oferta de origen interno no anticipados, relacionados especialmente con
condiciones climáticas adversas.
Los choques climáticos
tienen un impacto negativo sobre la actividad agropecuaria y la infraestructura
vial, entre otros, y afectan el crecimiento de la economía. De materializarse
esos choques, podría ampliarse aún más la brecha del producto, con
consecuencias desinflacionarias, pero éstas podrían ser compensadas
(temporalmente) por el alza en los precios de bienes agrícolas resultante de
esos choques climáticos.
El BCCR estima
que el impacto de choques climáticos sobre la producción es negativo y
estadísticamente significativo, aun cuando su magnitud es baja y asimétrica. De
manera puntual, la investigación "Efectos macroeconómicos del fenómeno El Niño
en Costa Rica" (León, 2017), concluye que la elasticidad de la brecha de
producción ante cambios "climáticos conjuntos" (Niño y Niña) es -0,1 p.p.
e. Menor grado
de ejecución de proyectos de inversión pública.
La proyección
sobre el comportamiento de la inversión pública se basa en la programación de
proyectos de inversión de las principales entidades del sector público costarricense.
Para efectos del ejercicio de pronóstico, se toman en consideración los avances
en los trámites que tienen los proyectos para el inicio de las obras, así como
la capacidad de ejecución que históricamente presenta cada entidad.
Un menor avance en
ejecución podría llevar a una reducción de la inversión pública, con el
consecuente efecto a la baja sobre el crecimiento económico nacional. Debido a
los encadenamientos que tiene la inversión pública con el resto de la economía,
se estima que, por cada USD100 millones de subejecución adicional a la
ya contemplada en este ejercicio, la tasa de crecimiento del PIB se reduciría
en 0,17 p.p.
6. Anexos
6.1. Seguimiento de los riesgos al PM
2020-2021
|
Evento
|
Causa y consecuencia
|
¿Cómo se le da seguimiento?
|
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Externos:
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Crecimiento menor de la economía mundial
|
Por ejemplo, por agudización de las tensiones comerciales o geopolíticas, o por una mayor pérdida de dinamismo económico en las economías británica y europea
como consecuencia de la salida
del Reino Unido de la Unión
Europea. La menor
demanda externa que enfrentaría la economía costarricense llevaría a una brecha
del producto aún más negativa, lo que a su vez generaría presión deflacionaria.
|
Proyecciones de organismos multilaterales (BM,
FMI, OCDE,
CEPAL).
Comunicados de prensa Departamento de Comercio de los Estados Unidos (aranceles).
Indicadores de corto
plazo de los principales socios
comerciales del país.
|
|
Choques en los precios internacionales de materias primas
|
Los precios
de las materias primas en el mercado internacional tienen una alta volatilidad, sobre
todo los del petróleo. El impacto sobre
la actividad económica (términos de intercambio y el ingreso disponible) e inflación dependerá del efecto neto (al alza o a la baja) que predomine.
|
Índices S&P
500, MSCI50 (economías desarrolladas y emergentes).
Mercado
de futuros de la Bolsa de Chicago.
Índice de volatilidad del precio del petróleo (OVX).
50 Morgan Stanley Capital Investment
(MSCI).
|
|
Situación
política de Nicaragua
|
Intensificación de la crisis
político-social en Nicaragua. Afecta negativamente los
flujos de comercio con Centroamérica, con un impacto a la baja sobre
el crecimiento económico nacional (brecha de producto aún más negativa), lo que lleva a una presión deflacionaria.
|
Proyecciones de organismos multilaterales (BM,
FMI, OCDE,
CEPAL).
Estadísticas de comercio exterior.
|
|
Internos:
|
|
|
|
Deterioro
de las finanzas del Gobierno Central más allá
de lo proyectado
|
Déficits
fiscales por encima de los proyectados y un menor
acceso del Gobierno a financiamiento externo multilateral o vía colocación de bonos
de deuda externa presionaría al alza las
tasas de interés locales, con un impacto negativo sobre
la actividad económica (brecha del
producto más negativa), lo que generaría presión desinflacionaria.
También
existe el riesgo
de que genere presiones sobre el mercado cambiario (tipo
de cambio y expectativas cambiarias), con implicaciones inflacionarias.
|
Principales indicadores fiscales (día 20 de cada mes).
Proyección del flujo de caja del Gobierno Central.
Índice global diversificado de mercados emergentes (Embigd) para Costa
Rica.
Programación financiera del Ministerio de Hacienda.
|
|
Acceso
limitado a financiamiento externo
del Gobierno Central
|
No tener
acceso a los créditos de apoyo presupuestario implicaría mayores presiones sobre el mercado financiero local,
mayores tasas de interés
y un desplazamiento del sector privado en el crédito
del sistema financiero.
|
Coordinación con
funcionarios del Poder
Ejecutivo para
dar seguimiento al estado de estas operaciones.
|
|
Niveles
de confianza de consumidores y empresarios
|
De prolongarse o acentuarse los bajos
niveles de confianza actuales, se afectarían las decisiones de consumo
e inversión, con consecuencias desfavorables sobre la actividad económica (brecha de producto más negativa), lo cual
generaría presión desinflacionaria.
|
Encuesta de Confianza de los Consumidores, Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica.
Índice Global de Expectativas, Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa
Rica.
|
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|
|
Encuesta Trimestral de Negocios, Unión
Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado.
Índice de confianza sobre la actividad económica (ICAE), que elabora el BCCR.
|
|
Choques de oferta de origen interno no anticipados, relacionados especialmente con condiciones climáticas adversas
|
La ocurrencia de fenómenos climáticos más allá de lo anticipado tendría un impacto sobre la capacidad de crecimiento de la economía (acentúa brecha negativa). La menor presión inflacionaria podría
compensarse temporalmente por la escasez en los mercados agrícolas que impulsarían al alza los
precios de esos bienes.
|
Encuestas mensuales del área de encuestas económicas del BCCR.
Consultas a otras entidades públicas
sobre los efectos del clima severos
sobre la infraestructura y áreas de cultivo.
|
|
Menor ejecución de obra pública
|
Una sub-ejecución de obra pública con respecto a lo previsto incidiría negativamente sobre el crecimiento económico.
|
Consultas a entidades públicas sobre el grado de avance
en planes de inversión para determinar si hay
desvíos (informes con periodicidad trimestral).
Ministerio de Planificación (informes trimestrales de avance
de obra de proyectos en el Plan
Nacional de Desarrollo).
Ministerio de Hacienda (Crédito Público
le da seguimiento a los proyectos con financiamiento externo).
|
Fuente: Banco Central
de Costa Rica.
6.2. Anexo
estadístico
Cuadro A. 1. PIB
por componentes de gasto (referencia 2012)
Variación porcentual interanual










